Correr al aire libre somete a nuestra piel al sol, el viento, la humedad y a las inclemencias climáticas de cada estación. El principal problema para la piel de los corredores que entrenan al aire libre se encuentra en la exposición solar durante un largo espacio de tiempo. Durante los entrenamientos y las competiciones se produce una sudoración mayor que no se suele asociar a una subida de la temperatura de la piel a causa de la radiación, sino al ejercicio, pero también se produce y para que la piel no sufra daños es imprescindible aplicar protección solar.
Las consecuencias de una exposición solar prolongada sin protecciónpueden llevar a la aparición de manchas solares, mayor cantidad de arrugas, telangiectasias (pequeñas venitas de la cara), e incluso en mayores exposiciones solares, la aparición de cáncer de piel.
Por tanto, para prevenir el daño producido por la exposición solar, hay que concienciarse de la necesidad de aplicar crema de protección solar media hora o veinte minutos antes de comenzar y siempre que se vaya a estar expuesto al sol durante los entrenamientos al aire libre, tanto en verano como en invierno, además de repetir la aplicación cada dos o tres horas si se sigue expuesto. Es cierto que aunque se aplique la crema de protección solar de forma correcta, siempre penetrará algo de radiación solar, pero será mucho menor que si no no se aplica.
En caso de practicar deportes al aire libre en épocas de bajas temperaturas, sumamos el efecto de la radiación solar con el de la temperatura. Habitualmente las temperaturas frías provocan mayor sequedad de piel que predispone a las irritaciones, eccemas o dermatitis. Por tanto, se añaden mayores factores para la aparición de patologías en la piel que si se realiza deporte en épocas de temperaturas más elevadas. Si estos síntomas aparecen es conveniente consultar con un dermatólogo y utilizar una crema hidratante adaptada al tipo de piel que ayude a contrarrestar los efectos de sequedad provocados por el frío.
Para cuidar la piel en el gimnasio lo mejor es utilizar cremas hidratantes y beber mucha agua para hidratarla también por dentro
En invierno, muchos ‘runners’ deciden entrenarse en las salas del gimnasiopara evitar el frío, aunque también en estas se puede dañar la piel. En estos casos también hay que cuidar la dermis puesto que los aires acondicionados tienden a secar la piel y las calefacciones causan mayor sudoración y aumento de la vascularización en la piel. Todo ello no es beneficioso aunque siempre será menos perjudicial que la exposición solar. Para cuidar la piel en las salas de gimnasio lo mejor que se puede hacer es hidratarla, mediante cremas hidratantes por fuera y bebiendo agua para cuidarla desde el interior. Lo ideal es evitar la exposición prolongada a los aires acondicionados siempre que sea posible.
El entrenamiento intenso y continuado puede provocar pérdida de tejidos grasos en la cara que puede afectar a la piel, que se vuelve más delgada y habitualmente más frágil a las agresiones externas al perder el sustento natural que habitualmente tiene la piel que es la grasa. Es frecuente que las personas que entrenan a una alta intensidad tengan una piel menos tersa y consistente que si no se cuida adecuadamente lleve a un envejecimiento más prematuro de la piel. En estos casos lo ideal es dosificar la forma de hacer ejercicio para intentar, en la medida de lo posible, no generar picos de intensidad. Si el plan de entrenamiento elegido lo obliga hay que evitar en la medida de lo posible agentes externos que pueden dañar la piel, como el sol o las temperaturas extremas.
*Dr. Javier Pedraz, dermatólogo del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid.
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