Alerta, bulo: saltar a la comba no descuelga las mejillas. Sin embargo, otras disciplinas sí que afectan a la dermis. ¿Y si por cada maratón se llevara un diploma y una arruga?
Si has abierto este artículo con la esperanza de encontrar su excusa perfecta para abandonar el deporte ("uy, es que afea la piel…"), cambia de web. Los beneficios del ejercicio físico en el órgano más extenso del cuerpo superan de lejos a los riesgos, según sentencia Rosa Taberner, dermatóloga y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología: "Facilita la síntesis de vitamina D (si se practica en el exterior), estimula la circulación sanguínea e incluso puede mejorar algunas enfermedades, como la psoriasis y otras dermatitis crónicas". Sin embargo, hay determinadas actividades que coquetean peligrosamente con molestos trastornos. Prevenirlos pasa más por conocerlos que por repantingarse en el sofá.
Correr (mucho) envejece
El ejercicio moderado (entre el 40% y el 60% de la frecuencia cardiaca máxima, de tres a cinco días por semana) tiene un efecto rejuvenecedor en la piel; pero la tortilla se da la vuelta cuando se superan los 90 minutos al 70% o más de la capacidad que uno tiene (sostenido, por lo que el HIIT no cuenta). "En estos casos, hay un aumento de radicales libres que, en teoría, incrementan la destrucción de las fibras de colágeno y elastina, encargados de mantener la elasticidad y firmeza de la piel. Por eso hay expertos que hablan del envejecimiento prematuro del corredor, e incluso de la cara de runner", indica la doctora. Aunque aquí hay poco que hacer (más allá de protegerse del sol, para que no llueva sobre mojado), consuela saber que es un fenómeno que solo afecta a deportistas profesionales y, seamos sinceros: son valiosos, pero muy pocos.
Nadar: ejercitarse en territorio hostil
La humedad de la piscina es el escenario ideal para que hongos como las tiñas se manifiesten, "típicamente entre los dedos de los pies". La experta recomienda no caminar descalzo por ellas y secarse muy cuidadosamente tras cada pliegue de la piel.
Esquí, rugby y ciclismo. Ojo al cuero cabelludo
"Los deportes con casco exponen a personas propensas a algunos tipos de foliculitis, como el acné queloideo de la nuca, debido a su fricción", dice la doctora. Si es tu caso (pica, escuece y duele), visita al dermatólogo en busca de un tratamiento, seguro que podrá ayudarte.
El gimnasio está bien, pero es un nido de bacterias
Tiña, impétigo o la variedad del virus del papiloma humano (VPH) que provoca verrugas plantares son algunas de las enfermedades de piel infecciosas que acechan tras la cinta de correr o la elíptica de los gimnasios. Lavarse las manos, antes y después de cada sesión, es de primero de higiene, y la limpieza es una de las cosas que hay que tener en cuenta a la hora de elegir gimnasio. Taberner propone cubrir muy bien cualquier herida o abrasión si vas a clases de un deporte de contacto, como artes marciales o lucha.
Hasta el golf entraña riesgos…
De sobreexposición solar, claro, junto a alpinismo y deportes de medio acuático. Para la dermatóloga, un filtro de SPF 50 garantiza la protección casi plena, "sin olvidarse de la gorra o visera y gafas de sol".
Y una duda extra: ¿el sudor empeora el acné?
Según Acne.com, la humedad que genera la transpiración es un caramelito para la bacteria que causa los dichosos granos. Ducharse y secarse cuanto antes es su pauta de protección, así como evitar ropa ajustada. Taberner añade que los aquejados de rosácea también deben estar muy alerta al efecto que el ejercicio tiene en su piel, pues a veces empeora los síntomas.
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