Desde 2015 le buscaban policías de distintos países por el vídeo en el que abusaba de un niño de tres años. Le identificaron gracias a una pista llegada de Australia
Llevaba años escondido tras los muros de su casa con su miserable perversión, pero ha sido gracias al confinamiento de la pandemia del coronavirus que ha encontrado su desgracia. De día, en la calle, aparentaba ser un tipo como cualquier otro: 32 años, chileno, músico, trabajo, amigos, casa en Barcelona, pareja...
Pero en su otra vida se hacía llamar Biónico, y era uno de los pederastas más buscados del mundo, ahora ya en la cárcel tras su reciente detención en Barcelona por parte de la Policía Nacional.
Biónico no era un aficionado más a la pornografía infantil, porque entraba dentro de lo que los agentes especializados en estos delincuentes llaman un "productor", que viene a ser la escala más alta en la dudosa jerarquía de los que trafican con vídeos de menores. Un inspector de la Unidad Central de Ciberdelincuencia explica a este periódico que "hacía varios años que distintos cuerpos policiales de todo el mundo andaban detrás de él, porque era muy activo en los foros donde está la gente más importante en ese mundo de la pornografía infantil".
- ¿Gente importante?
- Sí, ese mundo es como una empresa, no todos tienen acceso a las mismas cosas. Por ejemplo, si tu quieres entrar en determinados círculos, los de los jefes, tienes que intercambiar material inédito, que es el más valioso para ellos.
Y claro, conseguir material inédito implica poder grabarlo tú mismo, o lo que es lo mismo, tener un niño cerca, como hacía Biónico. A veces, cuenta el policía, estas aberraciones llegan a tal punto que se hace un streaming, en el que el espectador va pidiendo al violador lo que quiere que haga a su víctima en cada momento.
Él se hizo conocido porque en 2015 abusó de un niño de tres años y lo grabó. Ese vídeo empezó a circular y ya era conocido en Bélgica, Francia... Y Australia. Era el material que le sirvió como salvoconducto para entrar a ese turbio mundo de la web oscura. Y empezó a codearse con los que tenían las mismas posibilidades que él: "Búscate mujeres divorciadas, son las mejores...", le aconsejaba un colega en un foro; o sea, "búscate a una madre soltera y abusa de su hijo".
Biónico empezó a crecer en fama en Tor, el proyecto en el que se mueve este mercado junto a muchas otras cosas ilegales en internet. Se intercambiaba, no por dinero, que se sepa, sino por más material, vídeos como el que había grabado con otros que hacían lo mismo.
Productores.
Las alertas saltaron por medio mundo. Cuando aparecen esos vídeos inéditos, se sabe que no sólo se trata de consumidores de pornografía, sino de abusadores de niños, y enseguida se advierte a través de Interpol a todos los países.
Y así llegamos al coronavirus, con el estado de alarma a punto de decretarse...
"La Policía de Queensland, en Australia, dio unas pistas muy importantes. Analizando detalles del vídeo una y otra vez, igual que el rastro que había ido dejando en múltiples foros este individuo, se llegó a la conclusión de que tenía que estar en España. Entre otras cosas, tenía dejes propios del español de España, aunque fuera chileno. Al principio nos confundía porque también se expresaba en inglés, y no sabíamos si era alguien de habla inglesa con buen español, o un hispanohablante con buen inglés", continúa este inspector.
A través de Europol se coordinó la información que iba llegando y la Policía Nacional se puso a hacer todas las comprobaciones. A la operación se la llamó Carcharoth, como el lobo gigantesco y venenoso que Tolkien inventó en El Silmarillion.
Así, pese al cuidado que Biónico había tenido, habían sido tantas las veces que se jactó en esos círculos de haber abusado del pequeño, que cometió deslices. Cuando se le identificó y se localizó la vivienda de Barcelona donde vivía, se montó un dispositivo especial de vigilancia para tenerle controlado.
Pero eran los momentos en que la epidemia empezaba a hacer estragos en España, y se vio que no se podría realizar una operación al uso. Los agentes ni siquiera tenían la seguridad de poder desplazarse a Barcelona desde Madrid o de poder volver en caso de que allí se agravara la situación de la pandemia.
Por una parte, el Grupo 2 de la Brigada de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona estaba tras la pista física de Biónico. Por otra, los grupos 1 y 2 de Protección al Menor de la Unidad Central de Ciberdelincuencia conocían su historial en la dark web porque le habían investigado durante tiempo.
A DOS BANDAS
Y al final se optó por un tipo de operación policial que, como tantas otras cosas, ni se planteaba antes del estado de alarma: un registro a dos bandas, desde Barcelona, in situ, pero coordinado desde Madrid de manera telemática.
"Tuvimos que hacerlo así porque la prioridad era poner a salvo al niño, porque mantenía una relación familiar con él y no queríamos que siguiera abusando. Pero por otra parte, había que encontrar todas las pruebas con la información que ya teníamos para que el día que le juzguen se le pueda condenar", añade el investigador.
Así que el registro fue presencial y a la vez a distancia. Desde Madrid, los agentes veían el interior del ordenador, al igual que los policías de Barcelona. En la casa, por cierto, se reconocieron escenarios que aparecen en el vídeo.
Ahora el caso se centra en analizar todo el material intervenido en el registro, y en saber cuántas veces pudo abusar del pequeño, que ahora tiene casi ocho años, y también en saber si hubo mas víctimas.
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