La reapertura de parques y jardines fue anunciada este jueves 28-M por el primer ministro, Édouard Philippe.
Cerrados desde el inicio del confinamiento a mediados de marzo, los parques parisinos reabrieron este sábado 30 de mayo tras haber protagonizado en el pico de la pandemia la principal batalla pública entre el Gobierno y la Alcaldía de la socialista Anne Hidalgo.
Niños en bicicleta y patinete, familias sentadas en la hierba, parejas tomando el sol y mayores de paseo o sentados en los bancos, además de un flujo constante de corredores, reprodujeron en esos espacios verdes estampas de la vieja normalidad, aderezada en esta ocasión con el uso ocasional de mascarillas.
La reapertura de parques y jardines fue anunciada este jueves por el primer ministro, Édouard Philippe, y es extensiva a toda Francia, pero en ningún sitio como en París se había reclamado con tanta fuerza que se adelantara la fecha cuanto antes.
El 11 de mayo, día en que finalizó el confinamiento, la alcaldesa parisina ya avanzó la idea alegando que era necesario más espacio para que la gente pudiera pasearse, y desde entonces las redes sociales han sido una de sus principales plataformas para presionar al Gobierno al respecto.
"¡Por fin! Ha acabado ganando el sentido común", dijo este jueves cuando el Ejecutivo dio las consignas de la nueva fase de la desescalada, que empieza este 2 de junio pero ha adelantado al fin de semana esa reapertura.
El Gobierno se había negado hasta ahora alegando que la región parisina todavía estaba en las llamadas zonas "rojas", con una alta circulación del coronavirus. Aunque la capital se mantiene de momento en color "naranja", ha acabado incluida en esa medida junto al resto del país.
Los ciudadanos lo aprovecharon y no tardaron en acudir a los parques y jardines desde primera hora de la mañana. Armand, parisino de 37 años y padre de dos niños de 5 y 6 años, se había contentado hasta ahora con dar la vuelta a la verja al de Buttes Chaumont, uno de los más grandes de los cerca de 400 que hay en la ciudad.
"Teníamos muchas ganas. Era paradójico que las escuelas estuvieran abiertas y los parques cerrados. Necesitábamos que hubiera cierta lógica y ya la estamos consiguiendo", cuenta a EFE acompañado de sus dos pequeños y de otros familiares.
La mascarilla no es obligatoria pero sí está recomendada, se puede hacer deporte individual, sentarse en la hierba o hacer picnics, pero debe respetarse la distancia social para seguir conteniendo la epidemia, que desde el 1 de marzo ha provocado en Francia unas 28.700 muertes y casi 150.000 contagios.
Michel, jubilado de 70 años, es uno de los que sí lleva cubierta la cara: "Soy diabético y quiero protegerme", explica sorprendido de que poca gente lo haya hecho.
Él ha acudido temprano, antes de que el buen tiempo previsto para toda la jornada provoque posibles aglomeraciones. Le parece correcto haber esperado hasta ahora para abrirlos porque París es una de las zonas más afectadas, y comparte con Saida, otra vecina de la zona, la necesidad de tomar todas las precauciones.
Para la asociación Respira, que se quejó del cierre ante el Consejo de Estado, la máxima instancia de la justicia administrativa gala, la prohibición planteaba problemas de salud mental y respiratoria y afectaba a los más desfavorecidos, "que viven en casas pequeños y no tienen los medios para irse tres meses a una residencia secundaria".
En términos generales, no obstante, la población da su visto bueno a la gestión de la desescalada por parte de las autoridades: según una encuesta de Odoxa y Dentsu Consulting difundida hoy por el diario "Le Figaro", el 55 % estima que el plan ha estado bien adaptado a la situación.
A partir de este martes, entre otras medidas, reabrirán los bares, cafés y restaurantes, aunque en París solo podrán tener habilitadas las terrazas, y se levantará el veto a los desplazamientos a más de 100 kilómetros del domicilio, una medida con la que se espera impulsar el turismo nacional.
Niños en bicicleta y patinete, familias sentadas en la hierba, parejas tomando el sol y mayores de paseo o sentados en los bancos, además de un flujo constante de corredores, reprodujeron en esos espacios verdes estampas de la vieja normalidad, aderezada en esta ocasión con el uso ocasional de mascarillas.
La reapertura de parques y jardines fue anunciada este jueves por el primer ministro, Édouard Philippe, y es extensiva a toda Francia, pero en ningún sitio como en París se había reclamado con tanta fuerza que se adelantara la fecha cuanto antes.
El 11 de mayo, día en que finalizó el confinamiento, la alcaldesa parisina ya avanzó la idea alegando que era necesario más espacio para que la gente pudiera pasearse, y desde entonces las redes sociales han sido una de sus principales plataformas para presionar al Gobierno al respecto.
"¡Por fin! Ha acabado ganando el sentido común", dijo este jueves cuando el Ejecutivo dio las consignas de la nueva fase de la desescalada, que empieza este 2 de junio pero ha adelantado al fin de semana esa reapertura.
El Gobierno se había negado hasta ahora alegando que la región parisina todavía estaba en las llamadas zonas "rojas", con una alta circulación del coronavirus. Aunque la capital se mantiene de momento en color "naranja", ha acabado incluida en esa medida junto al resto del país.
Los ciudadanos lo aprovecharon y no tardaron en acudir a los parques y jardines desde primera hora de la mañana. Armand, parisino de 37 años y padre de dos niños de 5 y 6 años, se había contentado hasta ahora con dar la vuelta a la verja al de Buttes Chaumont, uno de los más grandes de los cerca de 400 que hay en la ciudad.
"Teníamos muchas ganas. Era paradójico que las escuelas estuvieran abiertas y los parques cerrados. Necesitábamos que hubiera cierta lógica y ya la estamos consiguiendo", cuenta a EFE acompañado de sus dos pequeños y de otros familiares.
La mascarilla no es obligatoria pero sí está recomendada, se puede hacer deporte individual, sentarse en la hierba o hacer picnics, pero debe respetarse la distancia social para seguir conteniendo la epidemia, que desde el 1 de marzo ha provocado en Francia unas 28.700 muertes y casi 150.000 contagios.
Michel, jubilado de 70 años, es uno de los que sí lleva cubierta la cara: "Soy diabético y quiero protegerme", explica sorprendido de que poca gente lo haya hecho.
Él ha acudido temprano, antes de que el buen tiempo previsto para toda la jornada provoque posibles aglomeraciones. Le parece correcto haber esperado hasta ahora para abrirlos porque París es una de las zonas más afectadas, y comparte con Saida, otra vecina de la zona, la necesidad de tomar todas las precauciones.
Para la asociación Respira, que se quejó del cierre ante el Consejo de Estado, la máxima instancia de la justicia administrativa gala, la prohibición planteaba problemas de salud mental y respiratoria y afectaba a los más desfavorecidos, "que viven en casas pequeños y no tienen los medios para irse tres meses a una residencia secundaria".
En términos generales, no obstante, la población da su visto bueno a la gestión de la desescalada por parte de las autoridades: según una encuesta de Odoxa y Dentsu Consulting difundida hoy por el diario "Le Figaro", el 55 % estima que el plan ha estado bien adaptado a la situación.
A partir de este martes, entre otras medidas, reabrirán los bares, cafés y restaurantes, aunque en París solo podrán tener habilitadas las terrazas, y se levantará el veto a los desplazamientos a más de 100 kilómetros del domicilio, una medida con la que se espera impulsar el turismo nacional.
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