Una experiencia sin examinar carece de valor.
Hay personas que tienen 50 años de edad que no han vivido 50 años. Han vivido un solo año 50 veces. Están repitiendo los mismos errores, porque nunca se han detenido a revisar y analizar las lecciones. Nunca se detienen para preguntar: “¿Qué pasó el último año y qué puedo hacer diferente para vivir mejor mi vida?”.
La Biblia dice en 2 Corintios 13:5, “Examínense para saber si su fe es genuina. Pruébense a sí mismos. Sin duda saben que Jesucristo está entre ustedes; de no ser así, ustedes han reprobado el examen de la fe genuina” (NTV).
¿Qué significa esto? Significa que debes tomarte un tiempo para revisar las experiencias de tu vida, y que debes analizar y buscar dos cosas:
Busca beneficios. ¿Qué es lo que realmente disfrutas en tu vida? No te conformes con decir: “Realmente me gustaba ese trabajo”. Pregúntate: “¿Qué era exactamente lo que más me gustaba de ese trabajo?”. No te limites diciendo: “En realidad me gustaba esa clase”. Pregúntate: “¿Qué era lo que en realidad me gustaba de esa clase? ¿Por qué me agradaba tanto?”. De esta forma vas a ir descubriendo pequeñas pistas para saber por dónde deberías dirigirte en tu vida.
Busca patrones. Particularmente, debes buscar patrones de tus fracasos, porque cuando fallas, tiendes a hacerlo de la misma forma todas las veces. Entonces, miras y dices: “¿Dónde he fallado en el pasado? ¿Qué patrones sigo repitiendo?”. No buscas estos detalles para castigarte a ti mismo, sino porque quieres ser diferente. Quienes ignoran los errores de su pasado tienden a repetirlos. Este era un problema muy real para los israelitas. Su viaje a la Tierra Prometida debió haber tomado tan solo 4 semanas, y no 40 años. Pero ellos se rehusaron aprender de sus propias experiencias y de las pruebas de Dios. Cada prueba fallida significaba otra larga vuelta por el desierto.
La Biblia dice en Job 32:7, “La sabiduría viene con los años” (NTV). Este versículo representa una posibilidad, no una promesa. Conozco a mucha gente que es vieja y no muy acertada en sus resultados. La sabiduría no viene automáticamente con la edad. La madurez se produce cuando tú haces un análisis de tus experiencias cotidianas de la vida.
Reflexiona sobre esto:
- ¿De qué experiencias personales del año pasado puedes aprender algo?
- ¿De que forma el fracaso te ha hecho madurar espiritual, emocional y mentalmente?
- ¿Qué consideras evidencias de madurez y sabiduría en tu vida?
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