Algunas personas se sienten muy descansadas tras una siesta de 20 minutos y otras la prolongan hasta dos horas |
Pongamos que hemos terminado de comer y el sueño llama a la puerta, ¿debemos rendirnos al placer de la siesta? ¿O quizá es mejor continuar con la sobremesa mientras ejercitamos los músculos dando un paseo después de comer?
Ambos, siesta y paseo, tienen beneficios para la salud. Escoger uno u otro dependerá de la persona y del día, tal y como señala Juan Pareja Grande, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, quien expone que “algunas personas, duermen la siesta los días de diario y pasean después de comer los días festivos. La elección probablemente depende del cansancio acumulado y de la cantidad de comida ingerida a mediodía”.
La buena noticia es que en muchos casos no hay que elegir (solo organizarse). Además, en verano, debido a las altas temperaturas, los expertos señalan que después de comer es mejor optar por la siesta.
“El sueño de los españoles ha sido tradicionalmente bifásico, con dos periodos de sueño: uno prolongado por la noche y otro breve por la tarde (siesta). Este hábito es precisamente coincidente con los dos periodos naturales de propensión al sueño en los seres humanos. Por tanto, los españoles son los seres humanos que mejor han leído la conformación natural de los periodos sueño-vigilia. Los que critican la siesta demuestran que desconocen la fisiología humana. Los horarios impuestos por la actividad industrial y laboral han modificado el horario natural y hacen que no sea posible dormir a mediodía en caso de horarios laborales continuos”, explica Pareja.
En lo que concierne al tiempo necesario para obtener esos beneficios, el especialista indica que también dependerá de cada persona, si bien señala que con una hora sería suficiente. “Algunas personas se sienten muy descansadas tras una siesta de 20 minutos y otras la prolongan hasta dos horas”, añade.
¿Y qué ocurre si dormimos más de lo necesario? Por un lado, si es muy prolongada, puede llegar a dificultar la conciliación del sueño por la noche. Por otro, puede producirse un efecto paradójico que algunas personas refieren como encontrarse peor que si no hubieran dormido la siesta.
¿Cuándo es mejor pasear?
150 minutos a la semana de ejercicio físico de intensidad moderada es la recomendación que hace a los adultos la Organización Mundial de la Salud (OMS). El paseo (siempre que se haga a esta intensidad) puede ser parte de esa actividad que debería hacerse de forma habitual.
De hecho, Montserrat Romaguera, del grupo de Actividad Física de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), aclara que en el caso de los adultos esa actividad puede repartirse o bien, en sesiones de actividad intensa 3 días a la semana, o bien en 30 minutos al día de actividad moderada 5 días a la semana, opción más seguida por la mayoría de la población y donde incluiríamos el paseo.
Pero ¿cuándo sería recomendable calzarnos las zapatillas y ponernos en ruta? “¿Después de comer? ¿Por qué no? Sería un recurso. Aunque quizá en esta época del año no sería el mejor momento para que vayamos a dar un paseo”, confirma Romaguera. “Yo iría temprano, después de desayunar, o antes de que oscurezca. Después de comer, en verano, sería mucho más recomendable la siesta tras una comida ligera y con bastante líquido para estar bien hidratados”, aconseja.
Otro punto en el que incide la portavoz de Semfyc es en que el paseo es una actividad asequible para toda la población que se puede hacer sin grandes preparativos: no requiere chándal, solo ir con un calzado cómodo. Además, si la actividad dura media hora, la hidratación se cubriría con agua, no hace falta suplementar con bebidas isotónicas.
“Tendrá muchos beneficios para la salud, tanto para el aparato locomotor (por la artrosis), como por la prevención de la osteoporosis y la salud cardiovascular: hay menos infartos, embolias, anginas de pecho, se controla la tensión, los niveles de colesterol, y también podemos prescindir o reducir mucha medicación que también tiene efectos secundarios”, enumera Romaguera.
Estos beneficios también se trasladan a la salud mental. “Vivimos en una sociedad en la que hay mucho estrés, depresión, ansiedad y soledad. La actividad física mejora estas situaciones porque al practicar deporte segreguemos endorfinas”, añade.
Sin embargo, la experta señala que el ejercicio físico es una inversión a largo plazo que se tiene que realizar de forma regular y continuada. “No vale el domingo hacer media maratón y después estar una semana con agujetas”.
Por último, la especialista recuerda que estos beneficios se empezarían a conseguir cuando el paseo dura más de 10 minutos.
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