"El Gobierno egipcio trata de ocultar la grave crisis sanitaria que se registra en las cárceles", asegura la organización
"Al principio, en marzo, el personal de prisiones llevaba mascarillas y guantes y se usaba cloro para esterilizar. Después de un mes y medio, la vida volvió a la normalidad, sin mascarillas ni ninguna medida de seguridad", detalla una carta anónima enviada desde una prisión egipcia. Al menos 14 reclusos han muerto por coronavirus en los masificados centros de detención del país árabe en unos brotes cuya falta de medidas preventivas denuncia este lunes un informe de Human Rights Watch.
La organización de derechos humanos ha logrado trazar un panorama de la situación en una decena de prisiones del país más poblado del mundo árabe a partir del relato de testigos, misivas remitidas desde dos cárceles e informes elaborados por activistas locales. "Las autoridades egipcias deberían adoptar de inmediato pasos para proporcionar a todos los detenidos los cuidados médicos oportunos y medidas para contener el brote de Covid-19", señala Joe Stork, subdirector de HRW para Oriente Próximo y el norte de África.
Las revelaciones que rompen el denso silencio que rodea la situación en las cárceles -las visitas familiares y de abogados permanecen suspendidas desde marzo- muestran una realidad alarmante en un país que contabiliza ya más de 87.000 contagios y 4.300 fallecimientos. Solo en los últimos días la cifra de casos registrados ha comenzado a reducirse desde que iniciara una tendencia ascendente en mayo, dando un respiro a un precario sistema sanitario desbordado por la pandemia. HRW denuncia que las autoridades carcelarias no han tomado medidas especiales para proteger a grupos de riesgo como presos de mayor edad y aquellos con patologías previas.
En al menos tres centros penitenciarios, los funcionarios no permitieron a los reclusos obtener y llevar mascarillas. El régimen del presidente Abdelfatah al Sisi ha puesto en libertad a unos 13.000 presos desde febrero pero la organización subraya que "el número resulta insuficiente para mitigar la masificación en prisiones y celdas totalmente congestionadas".
La publicación del informe coincide con la muerte la pasada semana de Mohamed Munir, un conocido periodista de 65 años arrestado en junio por aparecer en la televisión qatarí Al Yazira. Munir se contagió tras su detención y falleció en una unidad de aislamiento de un hospital cairota.
El informe advierte de que "los testimonios y los informes dejan claro que el hacinamiento hace imposible guardar la distancia social y que las autoridades carcelarias han hecho poco para rastrear los casos y aislar a los reclusos con síntomas". La desinformación campa a sus anchas entre rejas. "Hay un apagón sistemático sobre el coronavirus en las prisiones. Cuando los reclusos preguntan, la respuesta es siempre: 'todo va bien' y 'no hay infecciones, son todo rumores'", desliza la citada carta. "Tampoco existe ninguna campaña de concienciación sobre la enfermedad, su gravedad, los medios de transmisión y prevención", agrega.
La población reclusa -entre ella, varias decenas de miles de disidentes encarcelados en la perenne campaña de represión desde el golpe de Estado de 2013- debe hacer frente a los estragos de la epidemia con medicinas y desinfectantes enviados por sus parientes cuando las autoridades permiten la entrega. La organización denuncia a partir de los testigos entrevistados que no existe un "sistema eficaz de intervención y evacuación de los contagiados". De las 14 muertes, nueve se produjeron horas después de que los presos fuesen trasladados a un hospital.
HRW asegura que las historias reunidas confirman la ausencia de tests a la población reclusa, incluso a los que presentan síntomas, y la falta de diligencia en el aislamiento de los posibles infectados en una serie de incidentes que vulneran la legislación internacional sobre tratamiento de presos. "En lugar de proporcionar asistencia sanitaria adecuada y medidas sanitarias para prevenir su propagación, el Gobierno egipcio trata de ocultar la grave crisis sanitaria que se registra en las cárceles", señala Stork.
El avance de la pandemia y las sombras de su gestión en el país se ha convertido en un tabú para las autoridades. El régimen ha impuesto sus mordazas en la información de los brotes, amenazando a periodistas y medios de comunicación de emprender "acciones legales" contra quienes proporcionen datos más allá de los comunicados oficiales. Al menos nueve doctores y personal sanitario han sido detenidos por denunciar las precarias condiciones laborales mientras las autoridades optan por abrir la economía tras tres meses de confinamiento ligero. Fuentes del sindicato de médicos egipcio no han atendido las solicitudes de información cursadas por este diario.
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