Un estudio a de la Universidad de Colorado a revelado cuando es más eficiente dejar de correr y ponerse a caminar en una pendiente ascendente.
Esta información ayuda a mejorar a cualquier corredor que se enfrente a una dura competición de montaña. El desnivel es uno de los factores a tener en cuenta en estas carreras y elegir correr o caminar en un momento u otro de la cuesta puede significar un ahorro considerable de energía.
Esta cuestión ha sido siempre un motivo de debate entre los expertos en la materia, existiendo la opinión que correr, si tenías la capacidad atlética suficiente, siempre era mejor para no bajar la velocidad. Por otro lado estaban los que pensaban que la pérdida de tiempo se compensaría en otros tramos de carrera con la energía ahorrada caminando en la parte más dura.
Para llegar a conocer que técnica es más eficiente la Universidad de Colorado realizó un estudio científico que sienta las bases de cómo deberíamos afrontar los desniveles positivos.
El estudio basado en 15 corredores con gran experiencia en la montaña, entre ellos la ganadora de la Western States Anita Ortiz, a los que se sometió a una sesión de entrenamiento, sobre una cinta de correr modificada para alcanzar un 40% de desnivel positivo, y a los que aplicaron diferentes grados de inclinación, desde 9,4 a 39,2 grados, durante la prueba.
Los resultados arrojaron que solo si el desnivel aplicado era menor a 10 grados de ángulo, la opción de carrera era la más óptima ya que el gasto energético no era tan elevado, pero en cambio a partir de 15 grados caminar se convierte en la opción más acertada para no disparar la quema de energía. Esto nos indica que no siempre hay que correr cuesta arriba, aunque nuestro estado de forma nos lo permita.
En varias razones basan esta afirmación los creadores del estudio. Una de ellas es que todo corredor en desnivel positivo elevado tiene siempre un pie apoyado en el suelo, sin importar si corren o caminan, por lo que el gasto energético extra que supone correr no acaba ofreciendo ventajas por encima de caminar. Otra es que al andar el ritmo de pasos es menor que corriendo, hasta en un 28%, si bien eso se compensa con que en cada paso que damos caminando cubrimos más distancia que en una zancada corriendo cuesta arriba. Un paso andando cubre sobre un 28% de distancia más que una zancada corriendo cuesta arriba.
Por lo tanto la conclusión es que a partir de 15 grados de desnivel el corredor debería andar y no correr de este modo el ahorro de energía sería muy considerable para afrontar el resto de la carrera y compensaría la mínima pérdida de velocidad que existe entre andar y correr en ese tramo.
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