PABLO GARCÍA
La copa del mundo de la FIFA del año 2006 brindó la oportunidad de examinar la relación entre el estrés emocional y la incidencia de eventos cardiovasculares. En ese estudio se observó entre la población de Múnich un riesgo casi tres veces mayor de tener un infarto o una angina de pecho en los días de partido de la selección alemana de fútbol. El riesgo era más elevado en aficionados del sexo masculino y con cardiopatía previa.
Esta asociación había sido investigada previamente en otros escenarios de gran estrés emocional puntual o mantenido, como por ejemplo terremotos, huracanes, periodos de recesión económica, conflictos armados, etcétera.
Por otro lado, algunos autores defienden que esta relación, de existir, sería mucho más pequeña que la publicada en ese estudio y otros con resultados similares. De ser así, habría menos evidencia para implementar medidas preventivas durante el desarrollo de estos torneos.
Un fenómeno observado en varios países
Además del citado estudio bávaro, durante la Copa Mundial de la FIFA 2002 un estudio inglés mostró un mayor riesgo de hospitalizaciones por eventos cardiovasculares después de la derrota de Inglaterra ante Argentina en la tanda de penaltis.
En Brasil se incrementaron de forma notable los ingresos por infarto, pero no la mortalidad intrahospitalaria, durante los partidos de la canarinha disputados desde 1998 a 2010. En el sistema francés de estadísticas de defunción hay una disminución de la mortalidad cardiovascular en los hombres franceses el día en que Francia ganó la Copa Mundial de la FIFA 1998. Finalmente, en un metanálisis que incluyó varios estudios similares, publicado en marzo de este año, la mortalidad cardiovascular pareció estar relacionada con los resultados finales de los partidos. Es decir, la victoria tuvo un impacto positivo y perder el partido tuvo un impacto negativo en la mortalidad.
Debemos ser cautos con los resultados
No todos los estudios han logrado ver la asociación. Investigadores italianos analizaron los datos de ingreso hospitalario por infarto durante los días de partido de la selección azzurra entre 2002 y 2006. Y no encontraron un incremento significativo en ese periodo.
Aclaremos que durante los eventos deportivos los espectadores tienden a presentar numerosas conductas de riesgo de enfermedad cardiovascular, como la ingesta de grandes cantidades de alcohol, consumo de alimentos grasos, tabaco y drogas ilícitas. Estas ya son por sí solas conductas de riesgo para infartos y podrían actuar como factores que generan confusión en los resultados de los estudios.
Además, cuando estudiamos grupos de personas para establecer relaciones no es posible afirmar que todos los individuos que asistieron al evento estuvieron expuestos de la misma manera al estrés. Podemos incurrir en lo que se conoce como falacia ecológica al asumir que la relación observada como grupo es la misma para cada sujeto particular por igual.
Estrés emocional e hiperactividad simpática
El estrés emocional durante estos partidos da lugar a un incremento de la actividad del sistema nervioso simpático. Es decir, la parte involuntaria del sistema nervioso que participa en las situaciones de lucha, huída, pánico, etc.
El estrés mental agudo aumenta no solo la producción simpática, sino que deteriora la función endotelial y crea un estado de hipercoagulabilidad de la sangre. Estos cambios tienen el potencial de romper las placas vulnerables de colesterol y precipitar una trombosis, resultando en un infarto de miocardio, ictus o muerte súbita.
Esta hiperactividad simpática puede dar lugar a desenlaces adversos en pacientes con insuficiencia cardíaca o con enfermedad de las arterias coronarias. Pero, incluso, puede afectar negativamente a individuos teóricamente sanos bajo condiciones extremas de estrés.
Alteraciones eléctricas inducidas por el desastre alemán del 2018
Investigadores alemanes se propusieron averiguar qué alteraciones en el electrocardiograma aparecían en espectadores sanos durante los partidos de la Mannschaft. Analizaron un parámetro llamado repolarización dinámica periódica que se correlaciona bien con el exceso de actividad simpática.
Lo que observaron es que en la mitad de ellos, en la segunda parte de los encuentros, este parámetro se elevaba por encima de los umbrales considerados seguros. Por encima de este umbral aumenta el riesgo de arritmias malignas en pacientes con insuficiencia cardíaca.
En estos sujetos sanos se desconoce el impacto, pero queda claro que el mal desempeño de la selección alemana, que fue eliminada en fase de grupos, se vinculó con una mayor actividad simpática. Fue medida objetivamente con este parámetro, que en corazones ya dañados, o con enfermedad coronaria, podría justificar la aparición de arritmias y muerte súbita.
Personas con estas alteraciones podrían tomar de forma preventiva fármacos para atenuar la respuesta simpática (betabloqueantes) e intentar disminuir el riesgo de eventos arrítmicos. Particularmente cuando se exponen a eventos vitales estresantes.
Conclusiones
Son muchos los estudios que han demostrado un incremento de eventos cardiovasculares adversos durante el desarrollo de torneos mundiales de fútbol. El estrés emocional y la hiperactividad del sistema nervioso simpático parece uno de los nexos de unión. Sin embargo existen otros factores que pueden influir, como el consumo de tóxicos y el cambio de hábitos alimenticios durante los partidos.
El riesgo parece mayor en personas con cardiopatías previas. Parece prudente hacer hincapié en vigilar los síntomas en estas personas. Todavía falta evidencia sobre si deberían adoptarse medidas preventivas como el uso de fármacos betabloqueantes para atenuar la respuesta simpática.
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