Algunas pistas para entender la frustración y violencia de las manifestaciones a partir del caso chileno
En enero fuimos testigos de como un grupo de manifestantes violentos ingresaban al Congreso de Estados Unidos. Para los chilenos fue un deja vu del octubre del 2019 en Chile donde protestas violentas derivaban en incendios a parroquias, edificios y carros del metro. Hechos que ocurren hasta el día de hoy pero en menor medida o hasta que haya alguna fecha conmemorativa.
En las últimas horas, por ejemplo, con el incendio de una famosa estatua (general Baquedano) en Santiago. O también los recientes disturbios en Formosa (Argentina) o lo propio con Paraguay y manifestaciones contra el el gobierno.
¿Qué pasa con la sociedad tan llena de rabia, enojo y violencia?
“La prosperidad económica de los últimos decenios ha tenido muchas virtudes. Sin embargo, las personas, hoy, no se sienten parte de algo superior y más trascendente que ellas mismas lo que genera en el tiempo frustración y rabia”. Así lo trata de explicar Eugenio Tironi, sociólogo, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica de Chile y consultor de empresas.
El experto señala que estos niveles de violencia y frustración que se observan en varias ciudades mundo se debe a multifactores. En el caso de Chile dice que desde hace décadas se observaba lo siguiente:
“Como se erosionaba el pilar fundamental de la cohesión social, que es la familia. También la gran cantidad de estrés que afecta a las mujeres que se hacen cargo de sus hijos, muchas veces con ausencia del padre. Esto trae, en muchos casos, el debilitamiento extremo de la figura paterna que es vital en la creación del sentido de los límites, autoridad, y finalmente el sentido de la disciplina”.
Todos los ataques contra iglesias de Chile (imágenes)
Fosa generacional en Chile
El destacado y fallecido psicoanalista chileno Ricardo Capponi explicó el nivel de violencia en Chile como si fuera un paciente y dijo lo siguiente: «Esta es una crisis de identidad producto del choque generacional. Los adolescentes exigen cambios rupturistas desde una mirada omnipotente y simplificadora de la realidad, y los adultos se dividen entre los que no les hacen caso y los que se hacen amigotes y les rinden pleitesía».
El punto anterior, Tironi lo profundiza: “Desde el 2011 vemos una fosa generacional, de proporciones dramáticas. Esto debido a las distancias culturales, educacionales y de expectativas. Lo que que conduce a los jóvenes a rechazar el mundo de sus padres”.
Una imagen de una Virgen herida, pero intacta tras ataques:
Desconfianza en instituciones
Otro punto que ha afectado a la cohesión social es la desconfianza en las instituciones como es el caso de la iglesia Católica, no sólo por la secularización que vive Chile, sino también por el estallido de los abusos sexuales contra menores.
“Los abusos dinamitaron la credibilidad que era capital en la construcción del sentido de comunidad, porque participaban todos los estratos de la sociedad: ricos, pobre, liberales, conservadores, progresistas. Sin este espacio de encuentro dónde se encuentran las personas”.
Para el profesor universitario el desafío actual se encuentra en dar respuesta a la las demandas. Dejar de una vez por todas dejar de “defender el modelo».
«Ese paradigma tecnocrático como lo llama el Papa Francisco. Donde la economía es un dios, y que todo lo social se resuelve y se explica desde la economía y que el mercado es la fuente de cohesión”, agrega.
Por último, Eugenio Rironi concluye:
“Para comenzar a dar respuesta y que las personas sientan sentido de pertinencia, y por consiguiente haya cohesión social la solidaridad y lo colectivo deben estar al centro de las acciones y medidas. Sin duda reforzar a los distintos tipos de familias, porque es una fuente de apoyo vital, y por último que la educación tienda más a la creación de vínculos y menos a la instrucción que se vuelve caduca, como lo dice el Papa Francisco”.
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