En el primer día del año -que para la Iglesia es la solemnidad de la Madre de Dios y la Jornada Mundial de la Paz- Francisco invita a colocar en el centro a las mujeres, que "miran el mundo no para explotarlo, sino para que tenga vida". Y en el Ángelus, agregó: "Seguimos viviendo tiempos inciertos y difíciles a causa de la pandemia", pero la paz "don recibido de lo alto y compendio de todo bien" solo se realiza "si cada persona se pone a disposición de los demás".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Comencemos el nuevo año con el signo de las mujeres que "miran al mundo no para explotarlo, sino para que tenga vida". Y digamos basta a la violencia contra ellas, que "ultraja a Dios” porque Él “tomó la humanidad de una mujer". Esta es la invitación que hizo hoy el Papa Francisco, al celebrar en la Basílica de San Pedro la solemnidad de Santa Maria, Madre de Dios, en el primer día de 2022, que para la Iglesia también coincide con la 55ª Jornada Mundial de la Paz.
La misa se celebró en el Altar de la Confesión. Durante la homilía, Francisco se detuvo en el icono evangélico de María que -frente al "escándalo del pesebre", el "escándalo de una madre que ve a su propio hijo sufrir la miseria"- no se desanima, sino que "custodia y medita" lo que le sucede (Lc 2,19).
“También nos sucede a nosotros -observó Francisco-, esto de sentir la brecha entre las expectativas y la realidad”. "También sucede en la fe, cuando la alegría del Evangelio es puesta a prueba por una situación difícil que estamos atravesando". En estas situaciones, debemos aprender de María, que "compara diferentes experiencias, y halla los hilos ocultos que las unen". En su corazón, en su oración, realiza esta extraordinaria operación: une lo bueno y lo malo; no los mantiene separados, sino que los une. Y por eso María es la Madre del Catolicismo. Forzando el lenguaje, podemos decir que María es católica, porque une, no separa. Y así capta el sentido pleno, la perspectiva de Dios".
Una mirada inclusiva, la misma con la que muchas madres abrazan las situaciones de sus hijos. El Pontífice comentó: "Me vienen a la mente los rostros de las madres que cuidan a un niño enfermo o con dificultades: cuánto amor hay en sus ojos, que, mientras lloran, saben dar razones para la esperanza. La suya es una mirada consciente, sin ilusiones, pero más allá del dolor y los problemas ofrece una perspectiva más amplia, la del cuidado, la del amor que regenera la esperanza". Y hoy "se necesitan personas capaces de tejer hilos de comunión, que contrarresten los alambres de púas de las divisiones, que son demasiados”.
"El nuevo año -añadió el Papa Francisco- comienza en el signo de la Santa Madre de Dios. La mirada materna es el camino para renacer y crecer. Las madres, las mujeres, miran el mundo no para explotarlo, sino para que tenga vida: mirando con el corazón, consiguen mantener unidos los sueños y la concreción, evitando las derivas del pragmatismo aséptico y la abstracción. Y la Iglesia es madre, es madre así, la Iglesia es mujer, es mujer así. Por eso no podemos encontrar el lugar de la mujer en la Iglesia, sin reflejarla en este corazón de mujer-madre. Y mientras las madres dan la vida y las mujeres cuidan el mundo, trabajemos todos para promover a las madres y proteger a las mujeres. ¡Cuánta violencia hay contra las mujeres! ¡Basta! Herir a una mujer es ultrajar a Dios, que tomó la humanidad de una mujer".
En cuanto a la Jornada Mundial de la Paz, Francisco se refirió a ella cuando se asomó a la ventana, para dirigirse a los fieles reunidos en Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus. El Pontífice deseó a todos que este 2022 se abra "la paz, compendio de todo bien". "El nuevo año -dijo el Papa- comienza con Dios que, en los brazos de su Madre y acostado en un pesebre, nos alienta con ternura. Necesitamos este aliento. Seguimos viviendo tiempos inciertos y difíciles a causa de la pandemia. Son muchos los que están asustados por el futuro y agobiados por las situaciones sociales, los problemas personales, los peligros de la crisis ecológica, las injusticias y los desequilibrios económicos planetarios. Al ver a María con su Hijo en brazos, pienso en las jóvenes madres y sus hijos que huyen de las guerras y el hambre o que esperan en los campos de refugiados". Y contemplando a María que coloca a Jesús en el pesebre, poniéndolo a disposición de todos, el Papa invitó a recordar que "el mundo cambia y la vida de todos mejora sólo si nos ponemos a disposición de los demás”, sin esperar a que ellos den el primer paso.
“Este es el camino hacia la paz", dijo, "que es a la vez un regalo de lo alto y el fruto de un compromiso compartido". "Debemos implorar esto a Jesús, porque no somos capaces de custodiar la paz solos". Y al mismo tiempo, es "un compromiso nuestro que nos pide dar el primer paso, nos pide gestos concretos. Se construye con la atención a los últimos, con la promoción de la justicia, con el coraje del perdón, que apaga el fuego del odio". Y se necesita "una mirada positiva: que miremos siempre -tanto en la Iglesia como en la sociedad- no el mal que nos divide, sino el bien que puede unirnos". No hay que deprimirse ni quejarse, sino arremangarse para construir la paz"
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