Siempre que alguien era iniciado por Buda, lo primero era esto: le decía que fuera al lugar de las cremaciones y que observara un cuerpo siendo quemado, un cadáver siendo quemado. No tenía que hacer nada en tres meses; sólo sentarse allí y observar. De modo que el buscador iba al lugar de las cremaciones del pueblo. Se quedaba allí tres meses, día y noche, y cuando traían un cadáver, se sentaba a meditar. Simplemente miraba el cadáver; entonces hacían el fuego y el cuerpo empezaba a arder. Y durante
tres meses esto es lo único que hacía continuamente: mirar cadáveres siendo quemados.
Buda decía: «No pienses en ello. Simplemente míralo.» Y es difícil no tropezar con el pensamiento de que tarde o temprano tu cuerpo será quemado. Tres meses es mucho tiempo, y continuamente, día y noche, siempre que hubiera un cuerpo que quemar, el buscador tenía que meditar. Tarde o temprano empezaba a ver su propio cuerpo en la pira. Empezaba a verse a sí mismo siendo quemado.
Será útil; si quieres hacer esta técnica, vete a un lugar de cremaciones. Mira..., no durante tres meses, pero al menos mira un cuerpo siendo quemado; obsérvalo. Entonces puedes hacer esta técnica fácilmente contigo mismo. No pienses: simplemente mira el fenómeno, observa lo que está sucediendo.
La gente va a quemar los cuerpos de sus parientes, pero nunca miran. Empiezan a hablar de otras cosas, o de la muerte; debaten y discuten. Hacen muchas cosas. Hablan de muchas cosas y cotillean, pero nunca miran. Debería ser una meditación. No se debería permitir hablar allí, porque es una experiencia poco común ver a alguien que amas siendo quemado. Tendrás que sentir que tú también estás ardiendo ahí. Si estás viendo arder a tu madre, o a tu padre, o a tu mujer, o a tu marido, estás abocado a verte también a ti mismo en llamas. Esa experiencia resultará útil para esta técnica.
Lo segundo: si tienes mucho miedo a la muerte, no puedes hacer esta técnica, porque el miedo mismo te protegerá. No puedes entrar en ello, o sólo puedes imaginar superficialmente, pero tu ser profundo no estará en ello. Entonces no te sucederá nada. Así que recuerda lo segundo: tengas miedo o no, la muerte es la única certeza. Da lo mismo que tengas miedo o no; es irrelevante. En la vida no hay nada seguro excepto la muerte. Todo es incierto; sólo la muerte no es accidental. Y observa la mente humana. Siempre hablamos de la muerte como si fuera un accidente. Siempre que muere alguien, decimos que su muerte es prematura. Siempre que muere alguien, empezamos a hablar como si hubiera sido un accidente. Sólo la muerte no es un accidente: sólo la muerte. Todo lo demás es accidental. La muerte es absolutamente inevitable. Tienes que morir.
Y cuando digo que tienes que morir, parece en el futuro, muy
lejos. No es así: ya has muerto. En el momento en que naciste, moriste. Con el nacimiento, la muerte se ha vuelto un fenómeno fijo. Una parte de ella ya ha sucedido: el nacimiento; ahora sólo tiene que suceder la parte segunda, posterior. De modo que ya estás muerto, medio muerto, porque una vez que uno nace, uno ha llegado al ámbito de la muerte, ha entrado en él. Ya nada puede cambiarlo, ya no hay forma de cambiarlo. Has entrado en él. Con el nacimiento estás medio muerto.
Lo segundo: la muerte no va a suceder al final; ya está sucediendo. Es un proceso. Igual que la vida es un proceso, la muerte es un proceso. Crea mas el ahora; pero la vida y la muerte son como tus dos pies, tus dos piernas. La vida y la muerte son un solo proceso. Estás muriendo a cada momento.
Permíteme que lo exprese de esta forma: cuando inspiras, es la vida, y cuando espiras, es la muerte. Lo primero que hace un niño es inspirar. Un niño no puede espirar. Lo primero es la inspiración. No puede espirar, porque no hay aire en su pecho; tiene que inspirar. El primer acto es la inspiración. Y el anciano, al morir, hará el último acto, que será la espiración. Al morir, no puedes inspirar, ¿o sí? Cuando te estás muriendo, no puedes inspirar. El último acto no puede ser la inspiración; el último acto será la espiración. El primer acto es la inspiración y el último es la espiración. La inspiración es el nacimiento y la espiración es la muerte. Pero estás haciendo ambas en todo momento: inspirando, espirando. La inspiración es vida; la espiración es muerte.
Puede que no lo hayas observado, pero intenta hacerlo. Cuando espiras, estás más en paz. Espira hondamente y sentirás una cierta paz dentro de ti. Cuando inspiras, te pones intenso, te pones tenso. La intensidad misma de la inspiración crea una tensión. Y el énfasis normal, corriente, se pone siempre en la inspiración. Si te digo que respires hondamente, empezarás siempre con la inspiración.
En realidad, nos da miedo espirar. Por eso la respiración se ha vuelto superficial. Nunca espiras; sigues inspirando. Sólo el cuerpo sigue espirando, porque el cuerpo no puede existir con la inspiración sola. Necesita ambas: la vida y la muerte.
Haz un experimento. Durante todo el día, siempre que te acuerdes, espira profundamente y no inspires. Deja que inspire el
cuerpo; tú simplemente espira hondamente. Y sentirás una paz profunda, porque la muerte es paz, la paz es silencio. Y si puedes prestar atención, más atención, a la espiración, te sentirás sin ego. Con la inspiración te sentirás más egoísta; con la espiración te sentirás más sin ego. Presta más atención a la respiración. Todo el día, siempre que te acuerdes, espira hondamente y no inspires. Deja que inspire el cuerpo; tú no hagas nada.
Este énfasis en la espiración te ayudará muchísimo a hacer este experimento, porque estarás dispuesto para morir. Esta disposición es necesaria; de lo contrario la técnica no servirá de mucho. Y sólo puedes estar dispuesto si has conocido la muerte en cierta manera. Espira hondamente y tendrás una muestra de ella. Es bella.
La muerte es bella, porque no hay nada como la muerte, tan silencioso, tan relajante, tan calmado, tan sereno. Pero la muerte nos da miedo. ¿Y por qué nos da miedo la muerte? ¿Por qué hay tanto miedo a la muerte? Le tenemos miedo a la muerte debido no a la muerte, sino a que no la conocemos. ¿Cómo puedes tener miedo a algo con lo que nunca te has topado? ¿Cómo puedes tener miedo a algo que no conoces? Al menos debes conocerlo para tenerle miedo. De modo que, en realidad, no le tienes miedo a la muerte; el miedo es a otra cosa. Nunca has vivido realmente: eso crea el miedo a la muerte.
El miedo llega porque no estás viviendo, así que tienes miedo: «Aún no he vivido, y si sucede la muerte, ¿entonces qué? Moriré insatisfecho, sin haber vivido.» El miedo a la muerte sólo les llega a los que no están realmente vivos. Si estás vivo, le darás la bienvenida a la muerte. Entonces no hay miedo. Has conocido la vida; ahora querrás conocer también la muerte. Pero le tenemos tanto miedo a la vida misma que no la hemos conocido, no hemos entrado hondamente en ella. Eso crea el miedo a la muerte.
Si quieres entrar en esta técnica, debes ser consciente de este miedo profundo. Y este miedo profundo debe ser descartado, purgado... Sólo entonces puedes entrar en la técnica. Esto ayudará: presta más atención a la espiración. Y, en realidad, si puedes poner toda tu atención en la espiración y olvidarte de la inspiración... No tengas miedo de morirte; no te morirás el cuerpo inspirará por sí solo. No necesitas interferir. Entonces una relajación muy profunda se extenderá por toda tu consciencia. Te sentirás relajado todo el día, y se creará un silencio interno.
Puedes hacer que esta sensación sea más profunda si haces otro experimento. Durante sólo quince minutos al día, espira hondamente. Siéntate en una silla o en el suelo, espira profundamente, y mientras estés espirando, cierra los ojos. Cuando el aire salga tú entra. Y entonces deja que inspire el cuerpo; y cuando entre el aire, abre los ojos y sal. Es justo lo opuesto: cuando el aire sale, tú entras; cuando el aire entra, tú sales.
Cuando espiras, se crea espacio dentro, porque la respiración es vida. Cuando espiras hondamente, estás vacío, la vida ha salido. En cierto modo, estás muerto; por un momento estás muerto. En ese silencio de la muerte, entra en ti. El aire está saliendo cierra los ojos y entra en ti. Hay espacio y puedes entrar fácilmente.
Recuerda: cuando estás inspirando es muy difícil ir hacia dentro, porque no hay espacio para moverse. Cuando estás espirando puedes entrar en ti. Y cuando el aire entra, tú sales; abre los ojos y sal. Crea un ritmo entre estos dos. En quince minutos te sentirás profundamente relajado, y estarás listo para hacer esta técnica.
Antes de hacer esta técnica, haz esto durante quince minutos para estar listo; no sólo listo, sino receptivo, dando la bienvenida. No hay miedo a la muerte, porque ahora la muerte parece una relajación, la muerte parece un descanso profundo. La muerte no parece antagónica a la vida, sino su fuente misma, su energía misma. La vida es como ondas en la superficie de un lago, y la muerte es el lago mismo. Cuando no hay ondas, el lago sigue ahí. Y el lago puede existir sin las ondas, pero las ondas no pueden existir sin el lago. La vida no puede existir sin la muerte. La muerte puede existir sin la vida, porque es la fuente. Entonces puedes hacer esta técnica.
"Concéntrate en fuego ascendiendo por tu forma desde los dedos de los pies...”.
Túmbate. Primero imagínate a ti mismo muerto; el cuerpo es como un cadáver. Túmbate, y entonces lleva tu atención a los dedos de los pies. Con los ojos cerrados, entra en ti. Lleva tu atención a los dedos de los pies y siente que el fuego está ascendiendo desde ahí, todo se está quemando. Según asciende el fuego, tu cuerpo está desapareciendo. Empieza en los dedos de los pies y vete subiendo.
¿Por qué en los dedos de los pies? Será más fácil. Porque los dedos de los pies están muy lejos de tu «yo», de tu ego. Tu ego existe en la cabeza. No puedes empezar en la cabeza; será muy difícil, así que empieza en el punto más distante. Los dedos de los pies son el punto más distante del ego. Empieza el fuego ahí. Siente que los dedos de los pies se están quemando, sólo quedan cenizas, y luego sube lentamente, quemando todo lo que encuentra el fuego. Todas las partes -las piernas, los muslos- desaparecerán.
Y sigue viendo que se han hecho cenizas. El fuego está ascendiendo, y las partes por las que ha pasado ya no están; se han vuelto cenizas. Sigue subiendo, y finalmente desaparece la cabeza. Todo se ha hecho cenizas..., el polvo ha vuelto al polvo...; hasta que el cuerpo se haga cenizas, pero tú no.
Tú permanecerás como alguien que mira desde una colina. El cuerpo estará ahí -muerto, quemado, cenizas- y tú serás el que lo observa, tú serás el testigo. Este testigo no tiene ego.
Esta técnica es muy buena para alcanzar el estado sin ego. ¿Por qué? Porque se implican muchas cosas en ella. Parece simple; no es tan simple. El mecanismo interno es muy complejo. En primer lugar: tus recuerdos forman parte del cuerpo. El recuerdo es materia; por eso puede registrarse. Está registrado en las células del cerebro. Son materiales, parte del cuerpo. Se puede hacer una operación en las células del cerebro, y si se extirpan ciertas células del cerebro, te desaparecerán ciertos recuerdos. Los recuerdos están registrados en las células del cerebro. La memoria es materia; puede ser destruida. Y ahora los científicos dicen que puede ser replantada, puede volver a ser transplantada.
Tarde o temprano encontraremos formas para que cuando muera una persona como Albert Einstein podamos preservar las células de su cerebro.
Y esas células cerebrales podrán ser transplantadas en un niño, y ese niño tendrá los recuerdos de Albert Einstein sin tener que pasar por todas esas experiencias. Forma parte del cuerpo; la memoria forma parte del cuerpo, y si el cuerpo entero es quemado y reducido a cenizas, no tendrás ningún recuerdo.
Recuerda: esto es lo que hay que comprender: si el recuerdo sigue ahí, entonces el cuerpo sigue ahí, y no has estado jugando limpio. Si realmente profundizas en la sensación de que el cuerpo está muerto, ardiendo, y el fuego lo ha destruido completamente, no tendrás ningún recuerdo en ese momento. En ese momento de observación, no habrá mente. Todo se habrá detenido: ningún movimiento del pensamiento, sólo observación, sólo ver lo que ha sucedido.
Y una vez que conoces esto, puedes permanecer continuamente en este estado. Una vez que has sabido que puedes separarte del cuerpo... Esta técnica es simplemente un método para separarte del cuerpo, para crear una distancia entre tú y el cuerpo, para estar fuera del cuerpo unos pocos momentos. Si puedes hacer esto, entonces puedes permanecer en el cuerpo y no estarás en el cuerpo. Puedes seguir viviendo como vivías antes, pero no volverás a ser el mismo.
Esta técnica supondrá al menos tres meses. Sigue haciéndola. No va a suceder en un día, pero si sigues haciéndola todos los días durante una hora, en menos de tres meses, algún día de pronto tu imaginación habrá ayudado y se creará la distancia, y verás realmente el cuerpo convertido en cenizas. Entonces puedes mirar.
En esa observación caerás en la cuenta de un fenómeno profundo: que el ego es una entidad falsa. Estaba ahí porque estabas identificado con el cuerpo, con los pensamientos, con la mente. No eres ninguno de los dos: ni la mente ni el cuerpo. Eres diferente de todo lo que te rodea; eres diferente de tu periferia.
Aparentemente, la técnica es simple, pero puede llevarte a una profunda mutación. Pero primero vete a meditar al ghat de las cremaciones, al terreno de las cremaciones, para que veas cómo arde el cuerpo, cómo el cuerpo vuelve a ser polvo..., para que puedas imaginar fácilmente. Luego empieza por los dedos de los pies y avanza muy lentamente. Y antes de hacer esta técnica, presta más atención a la espiración. Justo antes de entrar en la técnica, espira y cierra los ojos durante quince minutos; deja que inspire el cuerpo y abre los ojos. Durante quince minutos, siente una relajación profunda, y luego entra en la técnica.
Osho_El Libro de los Secretos Vol. 4
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