Bill Haast era el hombre que se inyectaba veneno de serpientes y que logró vivir, sorprendentemente, hasta los 100 años de edad. Fundó y dirigió el Serpentario de Miami, en los Estados Unidos. Fue mordido casi 200 veces y debieron amputarle un dedo. Sin embargo, todo lo hizo en pro de sus investigaciones.
De acuerdo a un amplio reportaje publicado en el portal web del diario Clarín, William Edward Haast (ese era su nombre real) nació el 30 de diciembre de 1910 en Paterson, Nueva Jersey.
En una de sus aventuras, con apenas 11 años de edad, fue mordido por primera vez por una serpiente cascabel y a los pocos meses lo volvió a morder una serpiente cabeza de cobre. Como consecuencia de esos episodios, se dice que quedó obsesionado con todo lo relacionado a estos peligrosos animales.
Se convirtió en mecánico de aviones y posteriormente fue contratado por Pan American World Airways como ingeniero aeronáutico. Esa actividad le permitió viajar por todo el mundo para conseguir los ejemplares de serpientes más venenosos.
En 1946 fundó el Serpentario de Miami, en el estado de Florida, del que luego fue director durante varios años. Una labor importante de su institución era la investigación médica del veneno de los ofidios.
Se dice que Haast llegó a inyectarse el veneno de 32 especies de serpientes. Hasta 2008 se calcula que llegó a ser mordido al menos en 178 ocasiones, y 20 de ellas fueron mordeduras extremadamente peligrosas. Lo hizo durante al menos 60 años.
Como resultado de sus experimentos y estudios, el ya afamado investigador viajó por todo el mundo donando su sangre con anticuerpos a diferentes víctimas de mordeduras. Salvó de la muerte a al menos 20 personas.
Pero no todo fue color de rosa, Bill Haast perdió parte de su mano luego del ataque de una cascabel y una víbora malaya casi le destruyó el dedo índice. Sus encuentros con serpientes venenosas provocaron, incluso, el divorcio con su primera esposa, quien le cuestionaba sus prácticas.
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