En todo el mundo, el hombre ha buscado la libertad; no se puede encontrar a un hombre que no esté anhelando la libertad a su manera. Por muchos medios, el hombre trata de encontrar un estado de ser en el que pueda ser libre, y le molesta todo lo que le da la sensación de atadura. Lo odia. Lucha con cualquier cosa que le obstaculiza, que le aprisiona. Lucha contra ello. Por eso hay tantas luchas políticas, tantas guerras, revoluciones; por eso hay tantas luchas familiares continuas, marido y mujer, padre e hijo, todos luchando, los unos con los otros. La lucha es básica. La lucha es por la libertad. El marido se siente confinado; la esposa le ha aprisionado, ahora su libertad ha sido cortada. Y la esposa siente lo mismo. Ambos se culpan mutuamente, ambos luchan, ambos tratan de destruir la atadura. El padre lucha con el hijo porque cada fase de crecimiento del hijo significa más libertad para éste, y el padre siente que está perdiendo algo, poder, autoridad. En las familias, en las naciones, en las civilizaciones, el hombre está anhelando sólo una cosa, libertad.
martes, 29 de marzo de 2022
La Libertad
Pero no se consigue nada con las luchas políticas, las revoluciones, las guerras. No se consigue nada, porque incluso si consigues libertad, es superficial; en el fondo permaneces atado. Así es que toda libertad resulta ser una desilusión. El hombre desea intensamente la riqueza, pero, como yo lo entiendo, no es un ansia de riqueza, sino un ansia de libertad. La riqueza te da una sensación de libertad. Si eres pobre, estás confinado, tus medios son limitados, no puedes hacer esto, no puedes hacer aquello. No tienes dinero para hacerlo. Cuanto más dinero tienes, más sientes que tienes libertad, que puedes hacer todo lo que quieras. Pero cuando tienes todo el dinero y puedes hacer todo lo que deseas, imaginas, sueñas, de pronto sientes que esta libertad es superficial, porque por dentro tu ser sabe muy bien que no tienes poder y que cualquier cosa puede atraerte. Eres impresionado, influenciado, poseído por cosas y por personas.
Este sutra dice que tienes que llegar a un estado de consciencia en el que nada te impresione, en el que puedas permanecer desapegado. ¿Cómo hacerla? Durante todo el día está presente la oportunidad para hacerla. Por eso digo que este método es bueno para que lo hagas tú. En cualquier momento puedes tomar consciencia de que algo te está poseyendo. Entonces respira profundamente, inspira hondamente, espira hondamente, y vuelve a mirar la cosa. Cuando estés espirando, vuelve a mirar la cosa, pero mira como un testigo, como un espectador. Si puedes lograr el estado de ser un testigo aunque sea un solo momento, de pronto sentirás que estás solo, que nada puede influir en ti; al menos en ese momento nada puede crear deseo en ti. Respira profundamente y espira cuando sientas que algo está impresionándote, influyendo en ti, sacándote de ti mismo, volviéndose más importante que tú mismo. Y en ese pequeño intervalo creado por la respiración, mira la cosa, un rostro hermoso, un cuerpo hermoso, un edificio bonito, o cualquier cosa.
Si sientes que es difícil, si no puedes crear un intervalo simplemente espirando, entonces haz algo más, espira, y detén un momento la inspiración para que salga todo el aire. Para, no inspires. Entonces mira la cosa. Cuando el aire está fuera, o dentro, cuando has dejado de respirar, nada puede influir en ti. En ese momento no hay un puente a ti; el puente se ha roto.
La respiración es el puente. Pruébalo. Tendrás la sensación de ser un testigo durante un solo momento, pero eso hará que sepas
cómo es, eso hará que conozcas la sensación de ser un testigo. Entonces puedes buscarla. Durante todo el día, siempre que algo te impresione y surja un deseo, espira, detente en el intervalo, y mira la cosa. La cosa estará ahí, tú estarás ahí, pero no habrá ningún puente. La respiración es el puente. De pronto sentirás que eres poderoso, que eres fuerte. Y cuanto más poderoso te sientas, más te volverás tu. Cuanto más cese la cosa, cuanto más cese su poder sobre ti, más cristalizado te sentirás. Ha empezado la individualidad. Ahora tienes un centro al que ir, y en cualquier momento puedes ir al centro y el mundo desaparece. En cualquier momento puedes tomar refugio en tu propio centro, y el mundo no tiene poder.
Este sutra dice: La apreciación de los objetos y los sujetos es igual para una persona iluminada y una persona no iluminada. Aquélla tiene una grandeza: permanece en el estado de ánimo subjetivo, no se pierde en las cosas. Permanece en el estado de ánimo subjetivo, permanece dentro de sí mismo, permanece centrado en la consciencia. Hay que practicar la permanencencia en el estado subjetivo. En todas las oportunidades que se presenten, pruébalo. Y en todo momento hay una oportunidad, en cada uno de los momentos hay una oportunidad. Una cosa u otra está impresionándote, está arrastrándote, tirando de ti, empujándote.
Recuerdo una vieja historia. Un gran rey, Bharathari, renunció al mundo. Renunció al mundo porque había vivido en él totalmente y llegó a darse cuenta de que era vano. No era una doctrina para él, sino una realidad vivida. Había llegado a esa conclusión por medio de su propia vida. Era un hombre de fuertes deseos, había disfrutado la vida todo lo posible, y entonces de pronto se dio cuenta de que era inútil, fútil. De modo que dejó el mundo, renunció a él, y se fue a un bosque.
Un día estaba meditando bajo un árbol. Estaba saliendo el Sol. De repente, se percató de que en el camino, el pequeño camino que pasaba junto al árbol, había un diamante muy grande. Como estaba saliendo el Sol, se reflejaban los rayos. Ni siquiera Bharathari había visto antes un diamante tan grande. De pronto, en un momento de inconsciencia, surgió un deseo de poseerlo. El cuerpo permaneció inmóvil, pero la mente se movió. El cuerpo estaba en la postura de meditación, siddhasana, pero ya no había meditación. Sólo estaba el cuerpo muerto; la mente se había ido, se había ido al diamante.
Antes de que el rey pudiera moverse, llegaron dos hombres a caballo de direcciones diferentes y se dieron cuenta simultáneamente del diamante que había tirado en el camino. Sacaron sus espadas; los dos afirmaban que habían visto el diamante antes. No había ninguna otra manera de decidir, así que tuvieron que luchar. Lucharon y se mataron el uno al otro. En unos momentos, había dos cadáveres tendidos junto al diamante. Bharathari se rió, cerró los ojos, y volvió a entrar en meditación.
¿Qué sucedió? Volvió a darse cuenta de la futilidad. ¿Y qué les sucedió a esos dos hombres? El diamante se volvió más importante que toda su vida. Esto es lo que significa la posesión: perdieron su vida por una piedra. Cuando hay deseo, tú ya no estás, el deseo puede conducirte al suicidio. Cuando estás bajo el poder de un deseo, no estás en tus cabales, estás loco.
El deseo de poseer surgió también en la mente de Bharathari; en una fracción de segundo surgió el deseo. Y él podría haberse movido para cogerlo, pero, antes de que pudiera, llegaron las otras dos personas y lucharon, y había dos cadáveres tendidos en el camino con el diamante en su sitio. Bharathari se rió, cerró los ojos, y volvió a entrar en su meditación. Durante un solo momento, su subjetividad se perdió. Una piedra, un diamante, el objeto, se volvió más poderoso. Pero volvió a recobrar la subjetividad. Sin el diamante, el mundo entero desapareció, y cerró los ojos.
Durante siglos, los meditadores han estado cerrando los ojos. ¿Por qué? Es sólo simbólico de que el mundo ha desaparecido, de que no hay nada que mirar, de que nada merece la pena, ni siquiera mirarlo. Tendrás que recordar continuamente; que cuando surge el deseo has salido de tu subjetividad. Esto es el mundo, este movimiento. iRecupérate, vuelve, céntrate de nuevo! Podrás hacerlo, todo el mundo tiene la capacidad. Nadie pierde nunca el potencial interno; siempre está ahí. Puedes moverte. Si puedes salir, puedes entrar. Si puedo salir de mi casa, ¿por qué no voy a poder volver a entrar en ella? Hay que recorrer la misma ruta; hay que usar las mismas piernas. Si puedo salir, puedo entrar. Estás saliendo a cada momento, pero cuando salgas, recuerda; y vuelve de pronto. Céntrate. Si te parece difícil al principio, entonces respira profundamente, espira, y detén la respiración. En ese momento, mira lo que te estaba atrayendo. En realidad, nada te estaba atrayendo; tú te sentiste atraído. Ese diamante tirado en el camino en el bosque solitario no estaba atrayendo a nadie; simplemente estaba tendido allí siendo él mismo. El diamante no era consciente de que Bharathari se había sentido atraído, de que alguien había salido de su meditación, de su subjetividad, había vuelto al mundo. El diamante no era consciente de que dos personas habían luchado por él y habían perdido la vida.
De modo que nada te está atrayendo, tú te sientes atraído. Estate alerta y el puente se romperá y recobrarás el equilibrio interno. Sigue haciéndolo más y más. Cuanto más lo hagas, mejor. Y llegará un momento en que no necesitarás hacerlo, porque el poder interno te dará tanta fuerza que se perderá la atracción de las cosas. Es tu debilidad la que se siente atraída. Se más poderoso y nada te atraerá. Sólo entonces, por primera vez, eres amo y señor de tu propio ser.
Eso te dará libertad real. Ninguna libertad política, ninguna libertad económica, ninguna libertad social puede ayudar mucho. No es que no sean deseables..., son buenas, buenas en sí mismas, pero no te darán lo que tu fuero más interno está anhelando, la libertad con respecto a las cosas, a los objetos, la libertad de ser uno mismo sin ninguna posibilidad de ser poseído por nada o por nadie.
Osho_El Libro de los Secretos Vol. 6
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