César Mortagua
La salsa bechamel es una de las preparaciones esenciales para hacer diferentes platillos. Desde salsas para pastas, carnes, hasta lasañas o pasteles. Es una receta esencial que mezcla varios ingredientes sencillos, teniendo tres como indispensables: mantequilla, leche y harina. Más allá de que la receta original pueda llevar otros alimentos como cebolla, nuez moscada, laurel o clavo de olor, sin los tres primeros mencionados es bastante difícil lograr una bechamel. Sin embargo, no es imposible.
Si un cocinero no aprende a sustituir sus ingredientes, sea para innovar o resolver ausencias, probablemente tenga problemas con el oficio. Lo mismo pasa con quien cocina desde casa. Cambiar un alimento por otro no siempre sale como se espera. Por eso, es bueno tomar en cuenta recomendaciones y tener siempre una referencia de lo que puede salvar una preparación.
Aquí están las alternativas para sustituir uno de estos tres componentes importantes de esta tradicional salsa:
La mantequilla
Es poco probable que un hogar se quede sin mantequilla o, en su defecto, margarina. Sin embargo, nunca deja de ser una posibilidad. Incluso en Francia se dan crisis difíciles con tan importante rubro. Por eso, se debe tomar en cuenta que este ingrediente, además de aportarle un sabor agradable, básicamente es el agente grasoso.
Aclarado esto, es más fácil saber con qué resolver tan significativa ausencia. Evidentemente, su sustituto debe ser una grasa, pero esta tiene que tener un sabor aceptable y no debe ser desagradable en el paladar. Las mejores opciones pueden ser aceite de oliva o grasa de cerdo extraída de chuletas o tocineta.
Además, en el caso de utilizar la grasa de tocineta, la salsa quedará bastante aromática. Incluso, no está de más añadirle la propia carne troceada.
La harina
La bechamel se suele preparar con harina de trigo, pero cuando esta se desaparece misteriosamente de la despensa, hay que solventar todo con algún otro ingrediente común de la cocina. La harina es lo que le da cuerpo a la salsa y es el agente espesante. Bajo esa premisa es mucho más fácil delimitar qué alimento puede o no funcionar. El sustituto ideal es la maicena, que evidentemente no tiene ni el mismo sabor ni la misma consistencia que el polvillo de trigo, pero es la opción más viable y parecida.
Otra herramienta útil es la de utilizar mezclas listas para panquecas o tortas. Estas suelen venir saborizadas y con toques dulces que influyen en la preparación. No obstante, si se ocultan esos sabores con otros ingredientes, la salsa puede quedar estupendamente bien. Se pueden usar exactamente en las mismas cantidades que si de harina convencional se tratase.
La harina de maíz no es una opción recomendada, pues suele ser mucho más arenosa. En ese caso obtendrá algo más parecido a una polenta que a una salsa espesa y untable.
La leche
Este es quizás el ingrediente más sencillo de sustituir, pues a fin de cuentas es el componente líquido. Claro está, al no emplear leche, el sabor y el color del resultado final no serán iguales. Aun así, de alguna forma hay que resolver. Lo ideal es emplear un líquido que sea aromático, para que la salsa quede realmente sabrosa. Se pueden utilizar caldos, vinos, agua, o una mezcla de varios líquidos.
Leches alternativas como la de soya o coco son buenas, siempre teniendo en cuenta que el sabor puede ser notablemente alterado. Incluso, es posible usar bebidas a base de lácteos y cereales que suelen consumir los niños. Probar no está de más.
Así que ya sabe, la próxima vez no se quede con las ganas de hacer bechamel; aventúrese con alguno de estos sencillos sustitutos.
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