RAQUEL SÁEZ
Un estudio encuentra que las personas subestiman el papel del hábito en sus comportamientos
El café es una de las bebidas más consumidas en todo el mundo. Para algunos, una parada obligada cada mañana, a primera hora, por su efecto estimulante en el sistema nervioso central.
La cafeína y los ácidos clorogénicos son los compuestos más conocidos. Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), de media una taza de café contiene entre 65 y 120 mg de cafeína, con un efecto que dura entre tres y cuatro horas, aunque esa duración puede cambiar.
Por necesidad o por hábito. Muchas personas no tienen muy claro por qué toman café a diario. Un estudio de la Universidad del Sur de California (USC) publicado en Psychological Science encontró que los participantes subestimaron el papel del hábito en sus comportamientos, incluido el consumo de café.
"La gente puede consumir café por costumbre, por ejemplo, puede seguir automáticamente una rutina de consumo de café cuando se despierta o va de viaje al trabajo por la mañana, independientemente de lo cansado que esté", explica el autor del estudio, Asaf Mazar, candidato a doctorado en psicología en la Facultad de Letras, Artes y Ciencias de USC Dornsife.
La influencia de los hábitos
Para investigar cuánto subestiman las personas la influencia de los hábitos, Mazar y la autora del estudio, Wendy Wood, profesora de psicología y negocios de la USC, preguntaron a los participantes del estudio qué impulsa su consumo de café. En sus respuestas, los encuestados dijeron que la fatiga era dos veces más importante que el hábito a la hora de incitar a beber café.
A continuación, los investigadores siguieron a los participantes del estudio en el transcurso de una semana, registrando su consumo de café y su cansancio cada dos horas. En contraste con las explicaciones de los participantes, el hábito era una influencia tan fuerte en el consumo de café como la sensación de cansancio.
"Descubrimos que los participantes sobreestimaron fuertemente el efecto del cansancio en su consumo de café y subestimaron el efecto del hábito", apunta Mazar. Incluso cuando a los participantes se les ofrecieron incentivos financieros para explicar con precisión por qué bebían café, mencionaron con más frecuencia la fatiga que el hábito.
Más allá del consumo del café
Los investigadores también realizaron un experimento con participantes en línea que inicialmente recordaron un recuerdo negativo, positivo o neutral. Luego, realizaron un ejercicio en el que presionaron repetidamente una tecla de la mano izquierda o de la derecha. Finalmente, se les preguntó si les gustaría completar ensayos adicionales del experimento para ayudar a los investigadores. Los participantes indicaron su voluntad de ayudar presionando una tecla muy practicada o menos practicada.
Aquellos que antes habían practicado extensamente la clave de respuesta "no" tenían más probabilidades de rechazar la solicitud de ayuda, en comparación con los participantes que practicaron las claves de respuesta "sí" y "no" por igual. Si bien los participantes tenían más probabilidades de atribuir su disposición a ayudar a su estado de ánimo, los resultados demostraron que las respuestas tenían mucho más que ver con los hábitos de pulsación de teclas que adoptaron durante el experimento.
"El experimento proporcionó evidencia causal de que las explicaciones de las personas sobre su comportamiento favorecen los estados internos sobre los hábitos, incluso cuando ese comportamiento es impulsado por el hábito", concluye Wood.
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