La Iglesia recuerda cada 28 de abril a tres religiosos que ayudaron a extender la fe católica: San Prudencio de Tarazona, San Luis María Grignon de Montfort y San Pedro de Chanel
Aunque los nombres de los niños que vienen al mundo son cada vez más originales, hasta hace no mucho la tónica general era bautizar a los recién nacidos con denominativos procedentes del santoral católico. En efecto, la Iglesia católica reserva un día en el calendario a cada uno de los miembros que contribuyeron al desarrollo de la fe: desde mártires que siguieron los pasos de Jesús tras la muerte del profeta hasta personalidades destacadas por su alma caritativa hace apenas algunos años. O incluso miembros de la jerarquía eclesiástica, como tres de los que se recuerdan cada 28 de abril.
El primero de ellos fue San Prudencio de Tarazona, un obispo nacido en la Edad Media en Armentia, una aldea alavesa hoy absorbida por Vitoria. Según cuenta el breviario antiguo de Tarazona, a los 15 años se retiró a las proximidades de la actual Soria y, tras pasar siete años allí, se dirigió a Calahorra, donde evangelizó a gran parte de la población y realizó curaciones. Para huir de la fama, huyó a Tarazona y, tras un tiempo, fue admitido como clérigo y después propuesto para liderar la diócesis.
Otro religioso célebre fue San Luis María Grignon de Montfort, un presbítero que evangelizó las regiones occidentales de Francia en el siglo XVII y aportó algunas de las principales obras sobre la Virgen: 'El tratado de la verdadera devolución a la santísima Virgen', 'El secreto de la Virgen' y 'El secreto del Rosario'. Fue beatificado en 1888 por León XIII y canonizado el 20 de julio de 1947 por Pío XII, quien calificó su literatura como una "enseñanza ardiente, sólida y auténtica".
También se recuerda hoy a San Pedro de Chanel, presbítero que dedicó su vida a atender a campesinos y niños. Nacido en el año 1803 en Cuet (Francia), se ordenó sacerdote y, tras ingresar en la Compañía de María, viajó como misionero a Oceanía. Junto a algunos compañeros, consiguió evangelizar gran parte del continente pese a las muchas dificultades que encontró. Buena prueba de ello fue que cuando llegó a la isla de Futuna —perteneciente en la actualidad a la Colectividad francesa de Wallis y Futuna— convirtió a algunos de los habitantes del lugar, entre los que se encontraba el príncipe del lugar. Furioso, el rey lo mandó a matar, lo cual convirtió a Pedro en el primer mártir de Oceanía.
No son las únicas figuras que la Iglesia recuerda cada 28 de abril, sino que la lista de santos y beatos a los que se rinde tributo es más amplia:
- San Agapio de Cirta
- San Caralipo mártir
- Santa Juana Beretta Molla
- San Pánfilo de Corfinio
- San Polión mártir
- San Afrodisio de Béziers
- Beato José Cebula
- Beato Luquesio
- Beata María Luisa de Jesús Trichet
- San Vidal de Rávena
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