- La falta de tiempo o intimidad, el cansancio, la monotonía... pueden llevar a que el sexo sea menos frecuente.
A medida que pasa el tiempo y la relación crece, a muchas parejas les sucede que comienzan a tener sexo con cada vez menos frecuencia. Se trata de un hecho que puede resultar frustrante y estresante para ambas partes, pero lo cierto es que es algo normal y que, afortunadamente, tiene solución.
¿Por qué la vida sexual se resiente?
En la sociedad capitalista, ultracompetitiva y cada día más precaria que habitamos, las largas jornadas laborales, el tiempo perdido en desplazamientos, las tareas del hogar y el cuidado de los niños (si los hay) pueden llevar a que dispongamos de poco tiempo libre para compartir con la pareja. A menudo, además, en ese poco tiempo ambos miembros pueden estar física y mentalmente muy cansados.Al mismo tiempo, no es raro que las parejas de larga duración entren en dinámicas en las que el sexo se vuelve mecánico y predecible. Y es que es normal que cuando dos personas encuentran una manera de mantener relaciones que les satisface particularmente la reproduzcan una y otra vez, hasta casi aburrirse. La falta de novedad, en este sentido, puede ser el peor enemigo del deseo sexual.
¿Qué se puede hacer?
Por una parte, hay que tener en cuenta que las relaciones sexuales en pareja requieren tiempo y privacidad. Es decir, que cuando el problema (o parte de él) es no encontrar nunca el momento, puede ser necesario hacer huecos en la agenda específicamente con ese fin.
Así, por ejemplo, puede ayudar dejar un día a los hijos con algún familiar para conseguir así un rato de intimidad, o 'quedar' con la pareja en un día libre reservado exclusivamente para mantener relaciones sexuales. De la misma forma, los viajes o escapadas románticas pueden ser la ocasión ideal para conectar al nivel más físico con nuestro compañero o compañera.Por otro lado, es fundamental combatir la monotonía ampliando nuestro abanico de prácticas sexuales. Las posibilidades son muy amplias, e incluyen desde otros estilos de relación sexual (como el BDSM o los juegos de rol), probar nuevas posturas, cambiar el orden en el que realizamos los diferentes juegos o introducir juguetes, ropa, comida u otros elementos externos. En este aspecto, las preferencias, las fantasías y los gustos de cada parte de la pareja son fundamentales y no existe una receta universal, sino que cada dúo debe experimentar para encontrar la fórmula que le funciona.
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