POR RICK WARREN — MAYO 23, 2022
“No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?”. Mateo 6:25 (NVI)
Dios es la fuente de todo lo que necesitas en la vida. Él es el Buen Pastor que te alimenta, guía y satisface tus necesidades. No debes buscar en ningún otro lado. No debes buscar en la bolsa de valores. No debes buscar en el gobierno. No debes buscar en tu esposa, tu jubilación, tu seguro social o tu trabajo.
Si vas a depositar tu confianza en algo, debes hacerlo en lago que nunca te podrán quitar. Puedes perder tu salud. Puedes perder tu trabajo. Puedes perder tu buena apariencia. Puedes perder tu familia. Puedes perder tu vida. Puedes perder tu mente. Hasta puedes perder tu camino.
A Dios, sin embargo, nunca lo pierdes. Y no hay nada que necesites que Dios no pueda suplir. Filipenses 4:19 dice, “Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús”” (NVI).
¿Entonces, por qué te preocupas tanto? La preocupación debe ser el pecado más común del planeta. Es el resultado directo de olvidar que Dios es bueno todo el tiempo. Puedes orar o puedes entrar en pánico. Si no estás orando, estás entrando en pánico. Puedes preocuparte o puedes adorar. Si no estás adorando te estás preocupando. Al momento en que invitas a la adoración a entrar por la puerta principal, la preocupación sale por la puerta de atrás.
La Biblia dice, “No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?” Mateo 6:25 (NVI).
Claramente, Dios no quiere que te preocupes por nada. Sin embargo, es muy difícil para nosotros parar con el hábito de la preocupación. Simplemente está en nuestra naturaleza.
El mejor lugar por donde empezar es la oración. Una vez que reconoces que la preocupación te separa de la bondad de Dios y decides que no quieres que esto tome lo mejor de ti, puedes llevar las cosas a Dios en oración.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Cómo te ha afectado la preocupación físicamente? ¿Cómo te ha afectado psicológicamente? ¿Cómo te afectó en lo emocional? ¿Y en lo espiritual?
- ¿Cuándo fue la última vez que te preocupaste por algo? ¿Hace cinco minutos? ¿La semana pasada? ¿Estás preocupado por algo en este momento?
- Dedica tiempo ahora mismo para orar por las cosas que te preocupan. ¿Qué diferencia experimentas?
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