La oración es nuestro recurso más poderoso para impactar al mundo que nos rodea.
Sobre la puerta de nuestra casa colgaba la placa favorita de mi madre, que decía: “La oración lo cambia todo”. Desde muy joven, fui testigo de cómo oraba en medio de las dificultades y glorificaba a Dios por responder a sus peticiones.
De hecho, confiamos en que cualquier cosa por la que oremos que se alinee con el plan del Padre celestial será concedida. Y cuanto más tiempo pasemos con Él, más llegaremos a entender su voluntad y cómo orar por ella.
Algunas peticiones son concedidas de inmediato, pues nuestro Padre se deleita en hacernos buenos regalos. Otras pueden requerir tiempo o preparativos antes de ser concedidas. Nosotros, mientras tanto, debemos perseverar con paciencia, al recordar que la oración transforma nuestro corazón.
Cualquiera que sea la respuesta o el tiempo que tarde Dios en responderla, debemos confiar en que tiene reservado lo mejor para sus hijos. Eso significa que quizá no recibamos lo que pidamos, sino algo aún mejor. Solo Él conoce perfectamente el deseo de cada corazón y la mejor manera de satisfacerlo.
La oración es nuestro recurso más poderoso para impactar al mundo que nos rodea. Cuando dedicamos tiempo, atención y perseverancia para conversar con nuestro Padre celestial, no encontramos límites a lo que Él puede lograr en los corazones y las circunstancias de las personas.
Biblia en un año: Lamentaciones 1-2
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