Qué es
La arterioesclerosis es una afección producida por la formación de placa en las arterias, es decir, los vasos sanguíneos por donde la sangre transporta el oxígeno y los nutrientes, lo que causa su obstrucción.
Esta placa es una sustancia compuesta por grasa, colesterol, calcio y otras sustancias que se encuentran en la misma sangre, y que, con el paso del tiempo, hace que se vaya endureciendo la pared arterial hasta bloquear las arterias, limitando el flujo de la sangre.
Este procedimiento es el mismo que ocurre en la ateroesclerosis, con la diferencia de que esta última es un tipo que se engloba dentro de la arterioesclerosis y que está causada por una placa de ateroma (colesterol).
Causas
La razón principal por la que se produce la arterioesclerosis es por la acumulación de lípidos, sobre todo colesterol, y otras sustancias. Al producirse una obstrucción, la sangre rica en nutrientes y oxígeno no puede circular, lo que se denomina isquemia.
La isquemia puede acabar produciendo, en los casos más graves, muerte celular (necrosis) e infarto. Este último, puede presentarse en el miocardio, que es el más frecuente, pero también es posible que afecte a otras partes del cuerpo como el cerebro o las extremidades inferiores.
Una de las principales causas por las que se produce la arterioesclerosis es la mala alimentación, es decir, aquella en la que se abusan de las grasas saturadas o comidas rápidas, combinada con una vida sedentaria y carente de actividad física. Este estatismo evita que el organismo queme las grasas que sobran y reduce el flujo constante de sangre a los órganos.
Sufrir de hipertensión o diabetes, además de fumar o beber alcohol en exceso, son factores de riesgo que generan más propensión a padecer esta enfermedad. El envejecimiento también puede dar lugar al endurecimiento de las arterias.
Otra de las causas que pueden provocar el surgimiento de la arterioesclerosis es la fibrosis, provocada por una inflamación crónica que acaba endureciendo los vasos sanguíneos.
Síntomas
En términos generales, la afección no presenta síntomas hasta que una arteria se estrecha demasiado o por completo.
Cuando la gravedad de la patología va en aumento, se reduce el flujo de sangre coronaria considerablemente y esto puede provocar dolor torácico, también denominado angina de pecho, o dificultad para respirar.
Además de estos síntomas, la afección también puede causar daños en otros órganos, tales como los intestinos, los riñones, las piernas o el cerebro.
Prevención
Para prevenir la arterioesclerosis, es importante reducir el consumo de grasas saturadas y sustituirlo por un incremento en la ingesta de frutas y verduras. Además, se recomienda consumir bebidas o alimentos que contengan antioxidantes, lo que beneficia el flujo de sangre.
Otra de las pautas necesarias es llevar a cabo ejercicio de forma rutinaria, tanto para prevenir la arterioesclerosis como la ateroesclerosis.
Todo ello se concentra en el marco de una dieta saludable y sana, como la mediterránea, que rechace el tabaquismo o el abuso de otras sustancias como el alcohol.
Tipos
Dentro de los tipos de arterioesclerosis se encuentra:
- La ateroesclerosis: Este tipo de arterioesclerosis conlleva, también, una acumulación de sustancias en las arterias que impiden el paso de la sangre pero, en este caso, se produce a causa de una placa de ateroma.
- La esclerosis de Monckeberg: Se caracteriza por la presencia de calcificaciones en arterias medianas de tipo muscular. Aunque se puede producir de forma simultánea a la ateroesclerosis, ambas son distintas desde el punto de vista anatómico.
Esta afección resulta infrecuente antes de los 50 años y suele afectar en mayor medida a las arterias femorales, tibiales, radiales o cubitales.
- La arterioesclerosis: Conlleva las mismas características que la arterioesclerosis pero afecta a las arteriolas, es decir, a las arterias de pequeño calibre.
Diagnóstico
Puesto que la arterioesclerosis es una afección que tarda tiempo en presentar síntomas, es necesario un diagnóstico precoz de la misma para evitar que se produzcan daños irreversibles.
Son necesarios exámenes periódicos, sobre todo a partir de los 40-50 años y en aquellas personas que presenten antecedentes de enfermedades como la arterioesclerosis o la ateroesclerosis.
Tratamientos
Dado que los medicamentos no pueden depurar las arterias que han quedado obstruidas, se deben plantear otras formas de tratamiento.
Una de las opciones es la angioplastia coronaria percutánea. Esta terapia consiste en dilatar una o más arterias coronarias mediante el uso de un catéter, cuyo extremo cuenta con un dispositivo que se infla al llegar a la zona obstruida.
De esta manera se aumenta el diámetro de la arteria y se restaura el flujo normal de sangre. Este catéter se introduce a través de la arteria femoral o radial, desde donde se conduce a la obstrucción.
También, pueden introducirse dispositivos metálicos denominados endoprotesis o stents en las arterias coronarias de forma percutánea para corregir el estrechamiento provocado por un trombo o una placa. Este procedimiento se suele utilizar dentro de la angioplastia.
Otra forma de tratamiento es la cirugía en las arterias coronarias o carótidas. Pero aun así, todas las opciones conllevan un cambio en el estilo de vida que evitará un agravamiento de la enfermedad.
Otros datos
Es necesaria una detección precoz de la afección para evitar, de esta manera, problemas graves, tales como:
- Enfermedad de las arterias coronarias, es decir, aquellas que trasladan la sangre al corazón.
- Enfermedades de las arterias carótidas, que son aquellas que llevan la sangre al cerebro.
- Enfermedad arterial periférica, que engloba arterias que se encuentran en los brazos, las piernas y la pelvis. Cuando éstas se bloquean, se puede producir entumecimiento de la zona, dolor e incluso infecciones secundarias.
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