POR Abby Aguirre
Michael Sitrick ha construido su carrera defendiendo la imagen de ricos y famosos acusados por diversas fechorías. Pero ¿cómo darle un giro a los reportajes sobre el productor denunciado por abusar de actrices?
Michael Sitrick no puede hacer comentarios sobre Harvey Weinstein.
Hasta hace unas semanas, Sitrick and Co., la empresa de gestión de crisis de Sitrick, estaba a cargo de gestionar la crisis sin precedentes del productor hollywoodense. Hasta que Sitrick se alejó del caso de Weinstein, sin especificar por qué.
No podía confirmar si fue porque Weinstein dejó de pagarle, pero sí podía confirmar que era cierto que Weinstein le había dejado de pagar y que ahora estaban en un arbitraje por ello.
No podía decir si se debía a otros factores. Pero sí podía decir que había otros factores en juego. Aunque recalcó que uno de ellos no era que le preocupara la reputación de su firma. “No puedes hacer eso”, dijo Sitrick. “No puedes poner los intereses de tu empresa por encima de los de un cliente”.
Sitrick también podía confirmar que no le incomodaba en cuestión moral la cantidad de acusaciones contra Weinstein, imputado por violación (el martes se declaró no culpable) y denunciado por varios casos de acoso sexual. Cuando le pregunté a Sitrick sobre esto, poco antes de que Weinstein fuera imputado a finales de mayo, se me quedó viendo como si yo fuera una alienígena recién llegada a la Tierra. “Aquí uno es inocente hasta que se comprueba lo contrario”, dijo Sitrick. “Y no hay ningún caso que haya ido a juicio”.
Entonces Strick no podía “dar comentarios”, pero sí podía hacer lo que ha dado una fortuna durante las últimas tres décadas: darle su giro al tema.
Toda una clientela
Quizá su nombre no es muy conocido, pero sin duda lo es su clientela. Sitrick ha estado a cargo de gestionar las historias de celebridades bajo asedio desde principio de la década de los noventa.
Trabajó con el actor de Frasier Kelsey Grammer cuando lo acusaron de tener sexo con su niñera, menor de edad. Ayudó a Christian Slater cuando ese actor fue arrestado por sospecha de violencia doméstica, tras lo cual mordió a un hombre que intentó pararlo y luego hizo el ademán de robarle la pistola al policía que lo detuvo. Cuando Erin Everly, sobre quien Axl Rose escribió “Sweet Child O’ Mine”, demandó al cantante de Guns N’ Roses de abuso sexual, Sitrick consiguió que la historia de la mujer llegara a las portadas de las revistas.
Halle Berry contrató a Sitrick cuando estuvo involucrada en un atropello con fuga; Naomi Campbell lo buscó cuando la acusaron de maltratar a sus empleadas domésticas, y el conductor de radio conservadora Rush Limbaugh hizo lo mismo después de ser arrestado por posesión de drogas que solo son legales para quienes tienen receta.
Sitrick fue quien emitió el primer comunicado en nombre de Chris Brown cuando el músico fue arrestado por golpear a Rihanna y también se encargó de la estrategia mediática para los atletas Michael Vick (jugador de futbol americano arrestado por ser parte de un grupo para peleas ilegales de perros) y Alex Rodríguez (bateador de los Yankees acusado por usar esteroides).
Sin embargo, aunque sus clientes famosos son los que más atraen atención mediática, Sitrick dijo que suman menos del 10 por ciento de todos sus casos. Se especializa en crisis corporativas, como la defensa de Exxon después del derrame del Valdez, de Enron cuando se reveló que la empresa cometió fraude o de Theranos, la firma que prometía revolucionar las pruebas médicas a partir de análisis de sangre y que resultó que no había revolucionado nada.
A principios de la década de los noventa, productores de un programa noticioso de ABC grabaron en secreto a trabajadores de una cadena de supermercados, Food Lion, que despertaban interrogantes sobre las prácticas de manejo sanitario de sus alimentos, como la carne. Food Lion acudió a Sitrick y este consiguió las partes cortadas de las grabaciones; cuestionó entonces el trabajo de ABC. Volvió de un reportaje sobre carne posiblemente rancia una historia sobre prácticas periodísticas cuestionables.
Las relaciones públicas
Sitrick, de 70 años, estudió periodismo en la Universidad de Maryland. Terminó dedicándose a las relaciones públicas después de graduarse. Recuerda que le dijo a su esposa, Nancy: “Amo el periodismo, pero prefiero poder costear mi comida”.
Se mudó a Los Ángeles con Nancy y sus tres hijas y estableció la firma en 1989. Una de sus políticas iniciales fue contratar a exreporteros y exeditores. “Es más fácil enseñarles relaciones públicas a los periodistas que a los publicistas a tener criterio noticioso”, dijo.
Sitrick and Co. rápidamente se ganó una reputación de criticar a la prensa con estrategias periodísticas. La empresa representó a la arquidiócesis católica de Los Ángeles cuando se desató un escándalo de abuso sexual eclesiástico, al centro de la Kabbala cuando se sospechaba que tenía prácticas de secta y a la Iglesia de la Cienciología cuando fue investigada por lo mismo.
El abogado Edwin Steir, quien fue procurador federal estadounidense, dijo que ha contratado a Sitrick en casos cuando “una estrategia de relaciones públicas es importante para que la información se vuelva públicamente conocida de manera que pueda cambiar la opinión y la política nacional”. Hace poco buscó la ayuda de Sitrick para proteger a quienes participaron en el documental de Netflix Icarus, sobre dopaje olímpico; el filme ganó un Oscar.
Marc Kasowitz, parte del equipo legal del presidente estadounidense Donald Trump, dice que ha recurrido al publirrelacionista para “varios casos grandes y de alto perfil”. Entre ellos, cuando Kasowitz le envió un correo electrónico a alguien crítico de él y de Trump con la amenaza: “cuídate la espalda”, escribió, “ya sé dónde vives”. ¿Cuál fue la defensa elaborada por Sitrick? “No es excusa, pero el correo fue enviado después de un muy largo día laboral que no había terminado aunque pasaban de las 22:00”.
Sitrick tiene varias ventajas bajo su manga: normalmente es contratado por los abogados de un cliente, en vez del cliente mismo, por lo que puede ampararse en el privilegio de confidencialidad de un letrado hacia quien defiende, y con ello volverse litigante ante un tribunal cuya resolución, en vez de juez y jurado, depende de la opinión pública. Todo por hasta 1100 dólares la hora.
¿Y Harvey Weinstein?
A principios de octubre, unos días después de que The New York Times publicó su primer reportaje sobre las acusaciones contra Weinstein, el productor de Hollywood llamó a Sitrick para que arreglara lo que difícilmente podría arreglarse.
Weinstein había intentado manejar la cobertura de su caso él mismo, y no le fue bien. En un comunicado inicial defendió sus acciones con el argumento de que creció “en los años sesenta y setenta”, anunció que destinaría 5 millones de dólares para una beca para apuntalar a directoras e incluyó una cita —incorrecta— de una canción de Jay-Z. “No soy el hombre que pensaba ser, pero espero serlo por mis hijos”, escribió.
Sitrick recuerda que recibió la llamada el 7 de octubre, día en el que falleció su madre. Por esa razón, dijo, le encargó el caso a una asociada, Sallie Hofmeister; algunos reportes sugirieron que esto fue porque se vería mejor que una mujer gestionara la crisis del caso Weinstein, pero Sitrick asegura que ese no fue el razonamiento.
“Nuestro trabajo era asegurarnos que nada fuera enviado a los medios, ningún comunicado, sin el visto bueno de los abogados. Nos encargamos de averiguar qué información tenían los reporteros, qué información querían tener, de buscar a los abogados y decirles y de hablar con los abogados para ver qué convenía decir”, dijo Sitrick.
La primera respuesta redactada por Hofmeister salió el 10 de octubre, el mismo día que la revista The New Yorker publicó otro artículo; este ya acusaba a Weinstein no solo de acoso sexual sino de violación y reportaba que personas de la empresa The Weinstein Co. sabían sobre las denuncias. El comunicado decía que Weinstein negaba cualquier caso de sexo no consensuado o que haya tomado represalias en contra de las mujeres que lo rechazaron, como varias de ellas acusaban, y añadía: “Weinstein ha empezado a acudir a terapia, ha escuchado a la comunidad y está en busca de un mejor camino. Espera que, si logra un progreso suficiente, le den una segunda oportunidad”.
El mismo día, el Times publicó otro artículo en el que actrices tan reconocidas como Gwyneth Paltrow y Angelina Jolie acusaban al productor de abusar de su poder. Fue la primera y última vez que un comunicado de la firma de Sitrick hizo referencia a “una segunda oportunidad” para el productor.
Para febrero, más de ochenta mujeres habían acusado a Weinstein de acoso o abuso sexual y varios empleados de sus compañías habían denunciado que fueron silenciados cuando intentaron mencionar algo. Después la fiscalía de Nueva York abrió un caso en su contra.
El 22 de marzo, Sitrick and Co. publicó uno de sus últimos comunicados a nombre de Weinstein —decía, de nuevo, que él negaba las acusaciones— y dos meses después, el magnate fue arrestado.
Dejar a un cliente
El primer libro de Sitrick, publicado en 1998, se llama Spin: How to Turn the Power of the Press to Your Advantage (Darle la vuelta a una historia: cómo aprovechar el poder de los medios). En el cuarto capítulo, él y su coautor, Allan Mayer, indican que lo más estratégico es entablar a la prensa, que decir “sin comentarios” no debe ser nunca la respuesta inicial. “Si no hablas con los medios, encontraran a alguien más que lo haga”, escriben, “por lo que si tú no cuentas tu historia, alguien más lo hará por ti”.
Y fue por eso que Sitrick acordó dar esta entrevista. Cuatro días después de pactarla, me llegó la alerta de que su firma había dejado de trabajar con Weinstein. “Nos dicen”, según el artículo publicado por una filial de TMZ, “que después de que se presentaron los documentos legales de cobranza, Weinstein y sus representantes le ‘rogaron’ a la firma que siguiera trabajando con el productor y que Sitrick se rehusó”.
Entonces, hipotéticamente, ¿qué lo llevaría a desvincularse de un cliente?
Sitrick dice que una razón podría ser si el cliente trata mal al personal. Añadió: “No estoy hablando de un cliente en particular, pero una de las razones por las cuales he abandonado casos es que la gente nos miente o nos dio información que no es cierta y creemos que sabía que no lo era”.
Y así le dio la vuelta a las preguntas por casi tres horas. En su oficina hay un cuadro de personas a la espera afuera del juicio de O. J. Simpson, el exatleta que fue acusado de asesinar a su esposa y a un amigo de esta antes de ser exculpado por un jurado.
El cuadro no es decoración casual. Simpson es una de las pocas personas a las que Sitrick admite que nunca aceptó como cliente. (Michael Jackson es otra).
Así que la pintura sirve como una especie de recordatorio sobre lo voluble que a veces es el público general; lo que aceptamos y no, lo que perdonamos o no.
Así que, tomando en cuenta el caso que dejó, le pregunté a Sitrick: ¿cree que #MeToo ha causado un giro profundo en la cultura?
Lo pensó por un momento. “Creo que la gente se dará cuenta de que sí van a tener que rendir cuentas por sus acciones como no habían tenido que hacerlo antes”, dijo.
Pero, quiso aclarar, no estaba dando comentarios sobre Weinstein.
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Este texto fue publicado originalmente en The New York Times en español.
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