José Serrano
Psicólogo Sanitario. Especialista en Psicología Clínica. Experto en trastornos del estado de ánimo, estrés y ansiedad.
Javier Cuevas, psicólogo del deporte en IMEDUCV y Saber Competir, resuelve en A la Carrera esta cuestión
Beneficios Psicológicos de Correr. ¿Es para tanto?
Hay que reconocerlo, el running se ha puesto de moda. Y yo como psicólogo que trata de ayudar a las personas a gestionar sus emociones, lo primero que pienso ante esta realidad es… ¡Bienvenida sea la moda de correr!.
¿Son reales los beneficios de correr de los que tanto se habla?. ¿Son tan importantes a nivel psicológico? ¿Está justificado que la psicología deportiva tenga cada vez más importancia, y no únicamente en el ámbito de la competición deportiva?.
Está demostrado científicamente que la práctica regular de actividad física conlleva beneficios psicológicos más allá de los evidentes beneficios físicos.
Todos conocemos la fortaleza mental de la que hacen gala muchos deportistas de élite, pero a un nivel normal y cotidiano son indudables los beneficios psicológicos del deporte: mejora la autoconfianza, eleva la autoestima, promueve e incrementa el bienestar, disminuye la percepción de estrés y aumenta el rendimiento intelectual, son sólo algunos beneficios de la actividad física.
Los beneficios emocionales de la actividad física son indudables, y esos beneficios se constatan en estudios, que apuntan que las personas deportistas tienden a percibir una mayor calidad de vida que las personas no deportistas (Ramírez, Vinaccia y Suárez, 2004. «El impacto de la actividad física y el deporte sobre la salud, la cognición, la socialización y el rendimiento académico: una revisión teórica»).
Más allá de la liberación de endorfinas con la que se suele relacionar el bienestar del corredor y la corredora (Gil, 2016), me gustaría poner el foco en los beneficios psicológicos de correr, mostrando y explicando 6 situaciones con las que todas las personas que salen a correr se habrán enfrentado en alguna ocasión. Sin duda, si han aprendido a manejarlas, habrán tenido la oportunidad de darse cuenta de que ese mismo manejo, pueden trasladarlo a otras situaciones de la vida más allá de la práctica deportiva.
Desde esta perspectiva, la respuesta a la pregunta con la que abríamos este post –¿Son reales los beneficios de correr de los que tanto se habla?– es sencilla: los beneficios del running pueden ir más allá de la sensación de bienestar y de liberación de estrés que tenemos después de correr. ¡Corramos hacia estas 6 situaciones!
6 Situaciones para explicar y reflexionar sobre los beneficios psicológicos de correr
1. Probamos un día a salir a correr y la experiencia es bastante mala.
¿Salimos otro día de esa semana o nos olvidamos pensando que el running no es para nosotros?.
Un componente importante de una buena gestión emocional consiste en no dejarnos llevar por decisiones impulsivas. Una mala experiencia al empezar a correr puede tener muchas causas, y sobre todo, muchas interpretaciones. Piensa objetivamente, infórmate, analiza por qué esas primeras experiencias no están cumpliendo tus expectativas. En ocasiones, en la vida no obtenemos una recompensa inmediata a nuestros actos.
Tolerar la frustración, ajustar expectativas, no abandonar antes de un tiempo y un análisis adecuado, es básico para que pequeñas decepciones no nos alejen impulsivamente de grandes objetivos. Espera, reflexiona, descubre lo que podrías cambiar, y luego valora si merece la pena continuar o dejar tu objetivo.
2. Nos planificamos para salir a hacer running tres veces por semana y no cumplimos con lo pensado
¡Incumplir un plan!… parte de la vida de toda persona.
No realizar finalmente lo que nos habíamos propuesto en nuestro plan de entrenamiento suena a algo bastante similar a no cumplir nuestro plan de estudio ante un examen, nuestra dieta saludable que por fin habíamos empezado, o nuestra organización para no dejar trabajo pendiente para el fin de semana.
El corredor que disfruta entrenando, aprende a ser firme con sus planes de entrenamiento, y a la vez flexible y creativo con los imprevistos que cambian estos planes.
Si me voy de viaje y toca correr: corro en la ciudad a la que voy y así hago turismo. Si tengo mucho trabajo esta semana: en lugar de correr 3 días corro 2, e intento subir ligeramente la distancia o el ritmo esos días. Si me doy cuenta que llevo diez días sin correr, analizo qué está pasando y qué hacer para volver a los ‘entrenos’, sabiendo que esa semana la vuelta ha de ser progresiva. Es mejor que corra un día o dos, a que corra 3 y vuelva a dejarlo. Si llueve, corro en cinta. Si no puedo salir por la tarde, salgo temprano. Si me apetece ir a un plan con los amigos que acaba de surgir cuando me iba a ir a correr, voy con ellos y corro cuando vuelva, o corro mañana.
Parece que algunos corredores tienen claros sus objetivos, y no buscan excusas para escapar de ellos o abandonarlos. Este es un proceso necesario en la vida de cualquier persona para cuidar su autoestima: valorarse por el esfuerzo durante el proceso de perseguir los objetivos, y no solo por los resultados de estos.
También es un proceso muy necesario para cuidar la autoeficacia: sentirse eficaz para alcanzar las metas que te propones y para planificar los objetivos con una progresión que alimente la motivación y no su continua frustración. Aquí tienes dos de los grandes beneficios psicológicos de correr: Experimentar el manejo de la autoestima y la autoeficacia en relación a nuestros objetivos.
3. Nos agobiamos con las sensaciones que produce salir a hacer running
Este proceso es especialmente importante para las personas que son muy sensibles a los síntomas de ansiedad; y superarlo, uno de los grandes beneficios psicológicos de correr para ellas.
Hay una frase que se suele oír en relación al running: Salir a correr, salir a sufrir. ¿Salir a sufrir?. Pues de algún modo sí. Aunque la palabra correcta no sería sufrimiento.
Correr da pereza muchos días, duelen las piernas, otros tienes frío… la fatiga, esa sensación desagradable que invade primero todo el cuerpo y se instala en las piernas y en el pecho. Pensamientos de pararte y volver a casa andando y ante los que sigues corriendo. A los dos minutos, de nuevo la fatiga, respiración más agitada, pensamientos de pararte de nuevo…
Esa lucha interna y la respuesta de seguir corriendo es un proceso en el que nuestras emociones, pensamientos, impulsos… nos piden algo, y nosotros no cedemos ante ellos intuyendo que sus mensajes no son del todo ciertos o que no nos van a ayudar. Puede que tengamos que bajar el ritmo, hacer parte de la distancia andando, respirar mejor, cuestionar esos mensajes…, pero al fin, por mucho que nos invadan pensamientos y sensaciones desagradables, tenemos la oportunidad de que ellos no guíen nuestras decisiones, sino que nuestras decisiones sean guiadas por nuestros objetivos.
Esto mismo, pasa “cien veces al día” en nuestra vida cotidiana.
¿Queremos que nuestras decisiones trabajando, estudiando, en nuestra vida sexual, afectiva, familiar… sean guiadas por nuestros objetivos, o por las emociones desagradables que nos invitan a alejarnos de esos objetivos?.
Aquí está uno más de los beneficios psicológicos de correr: afrontar las circunstancias desagradables y decidir apostando por nosotros o nosotras y nuestros objetivos.
4. Nos aburrimos al salir a practicar running solo o sola
Este argumento es muy frecuente para personas que no se lanzan a la práctica habitual del running, y la respuesta es sencilla: Es normal sentirse así, correr es aburrido si la conversación que mantienes contigo también lo es.
Mientras dormimos no tenemos esos diálogos internos (o al menos conscientemente). Tampoco cuando estamos con más personas (o al menos no deberíamos). Cuando trabajamos sí en algunos momentos, dependiendo del trabajo, pero es un diálogo más orientado a la tarea.
No hay demasiadas situaciones especialmente propicias para escucharse, reflexionar sobre cómo va la semana, sobre si estamos satisfechos o satisfechas con el devenir de las cosas, sobre si nos sentimos bien, la última anécdota graciosa o alguna situación preocupante…
Por supuesto que correr no es el único contexto en el que podemos realizar estos auto diálogos, pero uno de los beneficios psicológicos de correr es que sí es una de las situaciones más accesibles y que más invitan a ello.
La sensación es extraordinaria: sales a correr con música, vuelves, y ni siquiera recuerdas más de dos canciones de las que has escuchado. Has estado hablando contigo, y debes de caerte bastante bien porque has vuelto con más energía positiva, más feliz.
5. Factores externos rompen nuestros planes y nos desvían de nuestros objetivos
Los obstáculos forman parte de la vida. La frustración que sufre un corredor ante una lesión o un problema ajeno a su control, que le impide seguir entrenando o conseguir su objetivo, es un proceso no tan fácil de entender si no has pasado por él. Muchas horas, mucho esfuerzo, mucho empeño… y finalmente no llegas a lograr tu propósito.
Esta parte “accidental” en la práctica del running es también muy enriquecedora a nivel de gestión emocional. Afrontar las dificultades es una oportunidad de aprovechar uno de los más importantes beneficios psicológicos de correr.
Ante obstáculos y contratiempos entrenamos nuestra capacidad de adaptarnos, de aceptar nuestros límites y los factores que no dependen de nosotros o nosotras. Se ponen a prueba procesos emocionales tan importantes en nuestra vida como son la aceptación y la reevaluación emocional.
Acepto que no puedo ir a ese ritmo, que con esta lesión no puedo ir a la carrera por la que he estado entrenando 3 meses, que en este momento de mi vida no puedo entrenar 4 veces a la semana.
Pero no sólo lo acepto, sino que la frustración que me produce la transformo en motivación para volver a plantearme objetivos distintos, nuevos retos, crecimientos diferentes.
6. No encontramos motivos para seguir practicando running
La parte motivacional es clave. La Psicología Deportiva centra buena parte de su trabajo en procesos de motivación, y unos de los beneficios psicológicos de correr es aprender a relacionarnos con estos procesos.
Descubrir objetivos y perseguirlos guía nuestro día a día.
En ocasiones, dejamos de correr por no tener claros nuestros objetivos: ¿Para qué correr más kms? ¿Para qué correr más rápido? ¿Para qué correr solo? ¿Para que correr con gente?.. Lo mismo nos ocurre en algunas situaciones de nuestra vida: dejamos de buscar ser eficaces en el trabajo, cuidar nuestra vida social y de pareja, seguir buscando actividades que nos hagan sentir que crecemos…
Si no hay objetivos, no nos movemos hacia a ellos, nos quedamos estáticos o lo que es peor, nos movemos sin sentido. Encontrar nuestros retos personales no es tarea fácil: han de ser retos que aporten a cada uno o a cada una, un significado importante.
Las personas tenemos una necesidad de continuo crecimiento, de autorrealización. Si damos respuesta a para qué corremos, puede que traslademos esa misma pregunta a otras esferas de nuestra vida, y lo que es realmente importante, que encontremos respuestas que nos impulsen a lograr lo que nos propongamos. Si trasladamos las preguntas y respuestas desde un plan de entrenamiento a un plan de vida, los beneficios psicológicos de correr pueden ser extraordinarios.
Las situaciones complicadas suelen necesitar en los inicios de soluciones sencillas. Sentirse bien cuando estamos en un mal momento, o seguir sintiéndonos bien cuando estamos en una buena época, a veces se convierte en algo complicado. Simplifica. Ten un plan. ¡Sal a correr!. Mientras funciona ese plan puede que descubras cómo hacer que funcionen el resto.
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