En el viaje de la vida, me perdí muchas veces, lo reconozco...
Pero siempre fueron instantes.
Respiraba hondo, calmaba mi mente y así encontraba nuevamente el camino.
Pero esa vez fué distinto.
Esa vez me perdí de verdad.
Y lo que lo hacía más grave era que ni siquiera me daba cuanta de lo perdido que en realidad me encontraba.
Tan perdido estaba que me olvidé de quien era yo y de quién fuí.
Creia de todo corazón que estaba en la dirección correcta, aunque no.
Hasta que un buen día, harto de caminar en circulos, me arranqué la venda que cubría mis ojos.
Con tristeza.
Con rabia.
Con asco.
Con verguenza pero me la arranqué.
Y aunque me llevó toda la fuerza de mi ser.
Todo el orgullo.
Y me costó lagrimas de sangre darme cuenta...
Acá estoy, volví.
Y tal vez no entero.
Tal vez no el mismo de antes.
Pero acá estoy de nuevo.
Y tal vez todavía no sepa para donde voy...
Pero ya no estoy perdido, porque se donde estoy.
Y tengo muy pero muy claro para donde no quiero volver...
Nunca más.
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