La manera en que resolvamos los conflictos puede influir poderosamente en quienes nos rodean.
Contrario a la popular —pero mala— teología, la salvación no garantiza una vida fácil. No podemos escapar al conflicto y por eso debemos aprender a enfrentarlo con valentía y sabiduría. El gozo de nuestra fe es que Dios nos da todo lo que necesitamos para lidiar con todo lo que se nos presente, y Él es capaz de utilizar las cosas difíciles para el bien de nuestras vidas.
Consideremos el ejemplo de Jesucristo. Él era plenamente Dios, pero también plenamente humano. Eso significa que entendió el aguijón del rechazo, al igual que nosotros (He 4.15). Sin embargo, fue tan valiente al desafiar el orden establecido que los líderes religiosos pidieron su muerte. Estuvo en el centro de la controversia durante todo su ministerio, lo cual es una de las razones por las que a menudo se escapaba para pasar tiempo a solas con su Padre. ¡Qué consuelo da saber que Él entiende cuando sufrimos persecución!
Esa conciencia también puede ayudarnos a relacionarnos con Cristo de una manera nueva y profunda, y a seguir su ejemplo de fidelidad, incluso cuando somos criticados o rechazados. Simplemente, al ser la persona que Dios tuvo en mente cuando nos creó es posible ser de bendición para quienes nos rodean. Así que, pídale a Dios que le ayude a perseverar, ¡y confíe que Él está en acción!
Biblia en un año: Isaías 36-39
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