POR Mari Montes
“Conocer la zona de strike es muy importante, pero creo que lo primero es conocerte a ti mismo, saber qué cosas haces bien”.
El nombre de Tony Gwynn siempre estará vinculado con los venezolanos. Cuando nos toca recordar el título de bateo que Andrés Galarraga ganó en 1993, una de las cosas que destacamos, además del astronómico .370 de promedio, es que su rival fue Tony Gwynn, uno de los mejores bateadores de su época y uno de los hombres más prolíficos en hits en la historia de las Grandes Ligas. Está en el puesto 20 de la lista de los hiteadores de todos los tiempos, Miguel Cabrera está por desplazarlo en inatrapables, para entrar en el TOP20 del club.
Como parte de la serie de jugadores legendarios que han sido desplazados por Miguel Cabrera, alcanzamos a este bateador extraordinario, nacido el 9 de mayo de 1960 en Los Ángeles, California, como dice su ficha en MLB.com.
El periodista Dan D’Adonna, en un artículo para la Sociedad Americana de Investigación de Béisbol, cuenta que Tony Gwynn era hijo de Charles, gerente de almacén y Vendella, quien trabajaba para el correo repartiendo correspondencia: “Tony era el hijo del medio entre el hermano mayor, Charles, y el hermano menor Chris. La familia se mudó a Long Beach cuando Tony tenía nueve años. Para evitar romper ventanas con pelotas de béisbol, los hermanos usaban un higo colgado de uno de los árboles en su jardín o una media hecha en casa para la pelota. Al crecer, los Gwynn eran fanáticos de los Dodgers y el jugador favorito de Tony era Wille Davis. Pero en el patio trasero, Tony y Chris, cuando jugaban en el patio trasero, pretendían ser los Cardenales y los Piratas porque ‘tenían a todos los bateadores zurdos’, según recordaba Tony Gwynn.”
Según Baseball Almanac, Tony y Chris Gwynn fueron la pareja de hermanos 307 en el beisbol de Grandes Ligas. Chris jugó para los Dodgers, Royals, y Padres.
Tony Gwynn fue seleccionado por los Padres de San Diego en 1981, desde San Diego State University, en la tercera ronda del DRAFT. Fue la escogencia 58 en general. Toda su carrera transcurrió en San Diego, donde será recordado eternamente como “Mr. Padre”. Después de retirado, Gwynn volvió a su universidad para ser entrenador del equipo de béisbol.
Tony Gwynn era sinónimo de contacto y consistencia. Un apasionado del bateo. Fue de los primeros que usó videos para estudiar su swing, cuales eran los pitcheos que podía conectar mejor y cuales los más difíciles.
“Me encanta batear. No puedo esperar hasta que sea mi turno. A veces, creo que eso es todo lo que es el béisbol. Espero que a la defensa termine el inning de los contrarios 1-2-3, para poder batear de nuevo”, es una frase que cita la semblanza dedicada a él en el sitio web del Salón de la Fama de Cooperstown, donde mora desde 2007 cuando fue exaltado junto a Cal Ripken Jr., en su primer año de elegibilidad.
Su talento como deportista no se limitó al beisbol, cuenta Dan D’Adonna que siendo estudiante de la escuela secundaria, Gwynn era un prodigioso jugador de baloncesto: “Fue un jugador de todas las conferencias, estuvo dos veces en la Conferencia Atlética Occidental, y sigue siendo el único atleta de la WAC, en la historia, que ha ganado honores de todas las conferencias en múltiples deportes. Tiene el récord escolar de asistencias en un juego (18), una temporada (221) y una carrera (590).
Tony Gwynn no jugó béisbol hasta su segundo año en la universidad, y tuvo un impacto inmediato. Lideró al equipo en bateo dos veces y fue dos veces All-American en sus tres temporadas. En su campaña junior, bateó .423 con seis jonrones y 29 carreras impulsadas. En su último año bateó. 416 con 11 jonrones y 62 impulsadas. Aprendió rápido a equilibrar ambos deportes.
Una de las hazañas legendarias de Gwynn se produjo durante su última temporada en San Diego State. El sábado 7 de marzo de 1981 concluyó la temporada de baloncesto con una actuación de 16 puntos y 16 asistencias en casa contra Nuevo México. Dos días después (9 de marzo), estaba en el campo de béisbol para una doble cartelera contra la Universidad del Sur de California. En ese doble juego se fue de 7-3 con un doble, tres carreras anotadas, cinco impulsadas y una base robada. Empujó las carreras ganadoras en ambos juegos”.
Aunque su físico no era atlético, pues no era delgado, ni muy alto, tenía un talento sensacional. Su éxito en ambos deportes atrajo el interés de los cazatalentos profesionales de las Grandes Ligas y la NBA. En 1981, los Padres de San Diego lo seleccionaron en la tercera ronda y los Clippers en la décima ronda. Ambas franquicias buscaban sacar provecho de tener una estrella la ciudad.
Era un bateador consistente. Buscaba batazos a zona de nadie, la misión de embasarse la cumplió cabalmente; no fue un bateador de poder, conectó 135 vuelacercas en su carrera. Además fue un jardinero que ganó Guante de Oro, aunque sus condiciones comenzaron a mermar cuando las lesiones en las rodillas pasaron factura.
Hacia el final de su carrera, Gwynn jugó solo 36 juegos en 2000 y 71 la temporada siguiente debido a varias lesiones.
Él y Cal Ripken Jr., quienes se retirarían al final de la temporada, fueron homenajeados en el Juego de Estrellas de 2001. Ambos tuvieron en común el hecho de haber permanecido todas sus carreras con un equipo. Cinco años mas tarde llegaron juntos a Cooperstown.
El palmarés de Tony Gwynn describe su exitosa carrera, estuvo en 15 Juegos de Estrellas; ganó 8 títulos de bateo, solo él y Honus Wagner tienen tantos lideratos en el Viejo Circuito; es el líder de todos los tiempos de los Padres de San Diego en juegos jugados (2.440), turnos al bate (9.288), carreras anotadas (1.383), hits (3.141), dobles (543), triples (85 ), carreras empujadas (1.138), bases por bolas (790), bases robadas (319) y promedio de bateo (.338). Ganó siete Premios Bate de Plata (1984, 1986, 1987, 1989, 1994, 1995, 1997) – los únicos jardineros con más son Barry Bonds y Manny Ramírez.
Su número “19” fue retirado por los Padres de San Diego en 2004, dos años después de haberlo incluido en su Salón de la Fama.
En 2007 fue elegido miembro del Salón de la Fama del Béisbol de Cooperstown con 532 de 545 votos (97,61%), el séptimo porcentaje más alto en la historia de votaciones del Salón de la Fama en ese momento y solo con 13 votos por debajo de la unanimidad.
Ese mismo año, se inauguró una estatua de bronce de Gwynn de 9 1/2 pies y 1,200 libras más allá de los jardines del estadio. Una placa en el frente dice: «Tony Gwynn, Sr. Padre» y en la base, en la parte posterior, hay una cita de su papá: «Si trabajas duro, sucederán cosas buenas».
Gwynn tenía solo 54 años cuando murió después padecer cáncer de parótida (boca). Si bien múltiples factores podrían haber contribuido a su cáncer, Gwynn siempre insistió en que el culpable era el hábito de masticar tabaco que mantuvo mucho después de sus días de juego.
Inolvidable para quienes estuvimos ahí, la ceremonia en su honor que ocurrió antes del Juego de Estrellas celebrado en San Diego en 2016, cuando el comisionado Rob Manfred anunció que la corona de bateo de la Liga Nacional llevaría el nombre de Gwynn: “Tony es considerado uno de los mejores bateadores en la historia de la Liga Nacional y no hay mejor lugar para honrarlo que San Diego”,
Su esposa Alicia y sus hijos, estuvieron presentes para aceptar el honor, mientras el Petco Park aplaudía de pie al tiempo que coreaba su nombre: “¡Tony, Tony, Tony!
Una frase de Tony Gwynn describe su estilo de juego: «Recuerden estas dos cosas: jugar duro y divertirse».
Ese era Tony Gwynn
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