Aunque sea difícil, estamos llamados a seguir el ejemplo de Cristo y entregarnos por completo a Dios.
1 de agosto de 2023
En el Antiguo Testamento, el sacrificio era un medio de expiación. Cuando una persona pecaba, llevaba un animal al altar y, con su muerte, se lograba la reconciliación. ¿Qué significa, pues, el pasaje de hoy cuando Pablo exhorta a los creyentes a “presentar vuestros cuerpos en sacrificio vivo y santo” (Ro 12.1)?
A Dios gracias, no hay necesidad de derramar nuestra sangre; el Señor Jesús se encargó de eso cuando murió en la cruz por nuestros pecados. Más bien, lo que Pablo quiere decir es que nuestras vidas deben estar rendidas al Señor. Una vida rendida implica compromiso. Es una decisión de someterse a la voluntad de Dios y a su Espíritu Santo en vez de seguir nuestras preferencias. Cada aspecto de nuestro ser —cuerpo, alma y espíritu— debe ser un sacrificio vivo.
Aunque esto pueda sonar sombrío, la verdadera libertad y alegría se encuentran cuando nos rendimos a Cristo. El Señor prometió a sus seguidores que la vida abundante proviene de perdernos en Él (Mt 16.25). Salmo 16.11 lo dice mejor: “En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”.
Convertirse en un sacrificio vivo parece algo difícil, y lo es. Pero es un llamamiento al que hacemos frente con el Señor Jesús a nuestro lado. Recuerde, Él es nuestro compañero constante y quiere ayudarnos.
Biblia en un año: Isaías 40-42
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