POR RICK WARREN — AGOSTO 29, 2023
“Cada uno debe evaluar sus propios actos y estar satisfecho de sus logros sin compararse con los demás”. Gálatas 6:4 (PDT)
La comparación es la raíz de toda envidia. Si puedes deshacerte de la comparación en tu vida, puedes deshacerte de la envidia en tu vida.
Aquí está el problema: La comparación es nuestro deporte favorito interiormente. Comparamos todo. Comparamos nuestro tamaño, nuestra forma, nuestro color, la forma en que hablamos, nuestra inteligencia. Comparamos nuestras familias, nuestros hijos, nuestros trabajos, nuestros talentos, e incluso el césped.
Dios advierte acerca de la necedad de compararte con alguien: “No nos atrevemos a igualarnos ni a compararnos con algunos que tanto se recomiendan a sí mismos. Al medirse con su propia medida y compararse unos con otros, no saben lo que hacen” 2 Corintios 10:12 (NVI).
Cada vez que comparas, vas a caer en el orgullo o en la envidia. Siempre vas a encontrar a alguien que está haciendo un mejor trabajo que tú, y te llenas de envidia, o vas a encontrar que tú estás haciendo un mejor trabajo que alguien, y te llenas de orgullo. El orgullo o la envidia es siempre el resultado de comparar. Y Dios dice que es tonto. No debes hacerlo. Tú eres único. Eres irrepetible. Eres incomparable.
La Biblia dice en Gálatas 6:4: “Cada uno debe evaluar sus propios actos y estar satisfecho de sus logros sin compararse con los demás” Gálatas 6:4 (PDT).
Cuando llegues al Cielo, Dios no te va a decir: “¿Por qué no fuiste más como esta o aquella persona?”. ¡No! Él va a preguntar, “¿Por qué no fuiste más como tú?” No puedes enfocarte en tu propósito mientras te enfocas en otras personas.
Cuando llegues al Cielo no serás juzgado por el talento que no tuviste. No vas a ser juzgado por las oportunidades que no se te dieron. Vas a ser juzgado por como viviste y lo que hiciste con lo que se te dio.
No hay necesidad de compararse con los demás. Dios te ha llamado a ser lo mejor que puedas ser de acuerdo con tus antecedentes, experiencias y talento que te ha dado.
Reflexiona sobre esto:
- En lugar de mirar a los demás para medir tu valor o tus expectativas, ¿dónde tienes que mirar?
- Cuando alguien que conoces obtiene una victoria, un logro o una recompensa, ¿eres capaz de alegrarte con esa persona? ¿Por qué sí o por qué no?
- ¿Cuáles son los dones y habilidades que Dios te ha dado? ¿Cómo los utilizas para ser la mejor versión de ti mismo?
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