Para poder ver nuestra mejor opción, a veces necesitamos esperar.
Todos conocemos la frase “Se cosecha lo que se siembra”, pero ¿sabía usted que en realidad ese es un principio bíblico? (Véanse Job 4.8 y Pr 11.18). En el pasaje de hoy, Esaú aprendió esta verdad de la manera más dolorosa. Al tener hambre, regresó de la caza y pidió un rico plato de comida que había preparado su hermano. Aprovechando la oportunidad, Jacob accedió a cambio de la primogenitura de su gemelo.
En tiempos del Antiguo Testamento, el primogénito gozaba de privilegios especiales, que incluían la autoridad sobre los hermanos menores, doble parte de la herencia y ser el líder espiritual de la familia. Sin embargo, Esaú, al decidir que la comida era más necesaria, cambió su primogenitura por una cena. Más tarde se afligió cuando se dio cuenta de lo que había perdido, pero en ese momento ya era demasiado tarde.
Como Esaú, todos tomamos malas decisiones. Y aunque Dios nos perdona, las consecuencias permanecen. Así que debemos aprender a elegir con sabiduría. Debemos tomar en serio dos advertencias de esta historia. Primero, debemos estar física, emocional y espiritualmente estables antes de tomar una decisión.
Segundo, a menudo es importante retrasar la gratificación. Aunque nuestros deseos se sientan a veces abrumadores, debemos esperar en oración el tiempo de Dios.
Biblia en un año: Lucas 23-24
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