El único objetivo de la Vida es la Vida en sí, porque la Vida es otra forma de decir dios
Tú eres la Vida. Tú eres la prueba. Tú eres el argumento. No se puede negar la Vida; por eso, en toda la historia de la humanidad, no ha habido ni un solo pensador que negará la Vida.
Ha habido millones de personas que han negado a dios, pero ¿cómo puedes negar la Vida? está latiendo en tu corazón, está en tu respiración, se expresa con tu mirada. Se expresa con tu amor. Se celebra de mil y una maneras; en los árboles, en los pájaros, en las montañas, en los ríos.
La Vida es la finalidad de todo. Por eso, la Vida no puede tener otra finalidad que la Vida en sí.
En otras palabras: la finalidad de la Vida es intrínseca a la Vida. Está en su propia naturaleza el crecer, el expandirse, el celebrar, el bailar, el amar, el disfrutar... todos estos son aspectos de la Vida.
Pero, hasta ahora, ninguna religión ha aceptado que la Vida sea la finalidad de todos nuestros esfuerzos y actividades. Al contrario, las religiones niegan la Vida y defienden a un hipotético dios.
Pero la Vida es tan real que miles de años de diferentes religiones no han sido capaces de dejar ni una muesca, aunque hayan sido todas contrarias a la Vida.
Su dios no estaba en el centro mismo de la Vida, su dios solo se podía encontrar renunciando a la Vida.
Esto es una tremenda calamidad que ha tenido que atravesar la humanidad; la idea en sí de renunciar a la Vida significa respetar a la muerte.
Los animales no tienen otra religión que la Vida; los árboles no tienen otra religión que la Vida; las estrellas no tienen otra religión que la Vida.
Toda la Existencia confía en la Vida, excepto el hombre; no hay otro dios ni otro templo. No hay sagradas escrituras. La Vida es lo único que hay, es el dios, es el templo y es la sagrada escritura; y la única religión que hay es vivirla totalmente, de todo corazón.
𝗢𝗦𝗛𝗢
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