Podemos estar seguros del amor y la compasión inagotables del Señor por nosotros.
Al terminar el año 2023, es natural considerar este período como un final. Pero cada final es también un comienzo; es una cuestión de perspectiva. Y aunque es saludable reflexionar en cuanto al año que hemos concluido, es importante recibir cada día que Dios nos da con gratitud y esperanza. Con su ayuda, podemos ser como la flor de la campanilla de invierno, la primera en brotar del suelo invernal y florecer.
La campanilla de invierno es un símbolo de resiliencia, y el pasaje de hoy toca ese mismo tema. El autor, Jeremías, llora por la destrucción de Jerusalén y la desolación de su pueblo. Pero también expresa una comprensión profunda: “Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza: que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad!” (NBLA).
Nosotros, como Jeremías, nos lamentamos cuando enfrentamos desolación, incertidumbre y quebranto. Los desafíos de la vida pueden abrumarnos. Sin embargo, en medio del caos, se nos recuerda que la esperanza no está perdida. Está firmemente arraigada en el carácter de nuestro Dios inmutable.
La aparición de la campanilla de invierno es la proclamación de la naturaleza de una nueva temporada y una invitación a pensar en la fidelidad del Señor. Su misericordia nunca falla, y su compasión fluye sin cesar.
Biblia en un año: Apocalipsis 1-4
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