El poder milagroso del amor de Dios fluye a través de nosotros cuando perdonamos a otros como acto de obediencia a Él.
Tres años después de su liberación del campo de concentración de Ravensbruck, Corrie ten Boom se encontró cara a cara con un antiguo guardia nazi. Estaba en Múnich para dar un discurso, y justo cuando terminó, el hombre caminó hacia ella. Le dijo: “Me he convertido en cristiano. Sé que Dios me ha perdonado... pero me gustaría escucharlo también de sus labios”. Y, fortalecida por el amor de Cristo, hizo precisamente eso.
El hombre había participado de manera activa en el Holocausto, una de las peores atrocidades de la historia de la humanidad. Sin embargo, no estaba fuera del alcance del Señor. Llamado “de las tinieblas a su luz admirable” (1 P 2.9, 10), este antiguo enemigo recibió la misericordia que solo Dios Todopoderoso puede ofrecer.
El Espíritu Santo siempre está obrando para llevar a hombres y mujeres a la fe salvadora. Utiliza las vidas y los testimonios de los creyentes, como los de Corrie ten Boom y su antiguo guardia, para salvar a otros. “Yo soy la luz del mundo”, dijo Cristo a sus discípulos. “El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8.12). Esa promesa es para usted, y también para el mundo.
Biblia en un año: 1 Corintios 14-16
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