Por la infinita gracia de Dios, nunca es demasiado tarde para tener vida nueva en Cristo.
Después de un largo invierno, los cerezos florecen con esplendor, señalando la llegada de la primavera y una nueva vida. Personas viajan grandes distancias para contemplar el bello espectáculo en ciudades como Tokio y Washington, D.C.
La gracia de Dios, como la flor del cerezo, trae hermosos nuevos comienzos por medio de la fe en Cristo (Ef 2.8). El regalo de la salvación es un dulce recordatorio de que nuestro pasado no define nuestro futuro. El Señor, en su infinita sabiduría y amor, nos invita a liberarnos de las cargas del ayer y abrazar la promesa del mañana.
En esta temporada de renovación, la gracia de Dios nos impulsa a mirar hacia adelante para ver lo que está por venir. Aunque Él nunca cambia, siempre está haciendo algo nuevo. El profeta Isaías nos recuerda que así como la flor de cerezo se renueva, Dios está trabajando continuamente para traer nueva vitalidad y propósito a nuestra vida. “Ya no recuerdes el ayer, no pienses más en cosas del pasado. Yo voy a hacer algo nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer. Voy a abrir un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril” (Is 43.18, 19 DHH).
¿Está su corazón abierto a la obra transformadora de Dios? Él puede traer renovación y esperanza a su vida, creando caminos en lugares desolados donde puede haberse sentido perdido o abandonado. Dios es un guía confiable. Sígalo.
Biblia en un año: Apocalipsis 9-12
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