Bígaro, también conocido como Vinca, en las Bahamas. Fotografía por Charles F. Stanley |
Cuando conocemos al Señor y confiamos en Él, no tenemos que temer el cambio y la incertidumbre.
Moisés sabía lo que era vivir con incertidumbre. Nació en Egipto en una época en la que la población hebrea era vista como una amenaza. Así que, para protegerlo, su familia dejó que otros lo criaran. Pero luego, ya adulto, tuvo que huir de su tierra natal.
Más tarde, en un encuentro personal con Dios, Moisés supo que había sido elegido por Él para ser el líder de los israelitas. En este nuevo papel, para el que se sentía inadecuado, tuvo que enfrentarse a Faraón y exigir la liberación de su pueblo. Y como si eso no fuera suficiente, tuvo que conducir a más de un millón de esclavos que dependían de él, a la tierra prometida.
Sin embargo, Moisés perseveró sin desfallecer. La Biblia nos dice que pudo hacerlo gracias a su fe, que Hebreos 11.1 define como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Moisés había aprendido a ver “al invisible” (He 11.27). Como resultado, pudo entender el carácter y las promesas de Dios. Después del encuentro que tuvo con Jehová en la zarza ardiente (Ex 3.2), comprendió que debía depender de Él y obedecer su plan.
Aunque Moisés no era perfecto, la Biblia lo elogia por caminar por fe. De su ejemplo podemos aprender a perseverar en medio de las incertidumbres de la vida con la ayuda del Espíritu Santo.
Biblia en un año: DEUTERONOMIO 15-17
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