Principios del otoño en Wisconsin. Fotografía por Charles F. Stanley. |
Aunque no sean agradables, las pruebas nos dan la oportunidad de conectarnos íntimamente con Dios.
Cuando todavía estábamos en la escuela, la mayoría de nosotros probablemente preferíamos el aprendizaje práctico en vez de las clases en el aula. Sin embargo, muchos adultos desearían poder absorber lecciones de vida de un libro en lugar de hacerlo a través de sus propios y dolorosos errores. Pero la verdad es que algunas cosas las aprendemos mejor por medio de la experiencia.
Algunas pruebas son el resultado del pecado y pueden desempeñar un gran papel correctivo en nuestras vidas. Dios podría usarlas para llamar nuestra atención sobre hábitos, actitudes o actividades poco saludables. No importa lo trivial que pensemos que es un pecado, no debería tener cabida en nuestra vida.
O podría ser que Dios nos esté mostrando algo que necesitamos entregarle, tal vez una relación o una ambición.
Si no tuviéramos problemas, seguiríamos en lo que es cómodo, fácil y placentero, pero podríamos terminar perdiendo lo mejor que Dios tiene para nuestra vida. Por eso el salmista dijo: “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” (Sal 119.71). Cualquier dificultad que nos lleve a Dios y a su Palabra es buena para nosotros. Porque lo que ganamos al conocer al Señor vale mucho más que toda la riqueza y la fama que el mundo nos pueda ofrecer.
Biblia en un año: DEUTERONOMIO 21-22
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