Los hábitos de fe nos preparan para las inevitables batallas que se avecinan.
Los “Goliat” de la vida vienen de muchas formas, tamaños e intensidades: una relación infeliz, un trabajo difícil, un montón de deudas. En el pasaje de hoy, David enfrentó algo que parecía ser insuperable, pero salió victorioso gracias al poder de Dios.
David declaró la victoria sobre Goliat incluso antes de que comenzara la batalla (1 S 17.46). Su confianza estaba arraigada en sus experiencias con Dios. Además, David creía que el triunfo era seguro porque venía en el nombre del Señor. Como pastor de ovejas, había pasado tiempo en el desierto, escuchando la voz de Dios. Ni siquiera el grito de un gigante pudo sacudir sus convicciones sobre quién era Dios y lo que podía hacer a través de su siervo.
David tenía hábitos de fe prácticos. Desarrolló una relación sólida con el Señor al pasar tiempo en su presencia. Esto, a su vez, le permitía enfrentar los problemas con la certeza de que era un hijo amado por Dios, con pleno acceso a los depósitos de poder, valentía y sabiduría de su Padre celestial. Si alguna vez le surgían dudas, podía recordar la gran fidelidad de Dios.
Para ser victoriosos, debemos practicar los hábitos espirituales de David. Dedíquele tiempo a Dios y lleve un registro de lo que ha hecho en su vida. Entonces podrá confiar en que Él es suficiente, sin importar el obstáculo.
Biblia en un año: 2 REYES 21-23
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