Pingüinos en la Patagonia. Fotografía por Charles F. Stanley. |
Un corazón humilde y confiado nos permite aceptar la voluntad de Dios en vez de resistirnos a ella.
¿Cómo reacciona usted cuando Dios dice que no? ¿Qué pasaría si pide algo bueno, o incluso piadoso, y Dios no solo se lo niega, sino que le dice: “Aunque es bueno, no lo haré”?
David creó un reino y luego erigió un palacio para sí mismo. Era evidente (para él) que lo siguiente sería construir un templo para Dios. ¿Por qué él, un simple hombre, iba a vivir en el lujo mientras que Dios no tenía más que un viejo tabernáculo? De hecho, era un paso tan obvio, que el profeta Natán ni siquiera consultó a Dios. Le dijo a David que siguiera adelante. “Haz lo que está en tu corazón”, le dijo, “porque Dios está contigo” (1 Cr 17.2).
Pero Dios dijo no. Esa noche, el Señor se le apareció a Natán en una visión y le dio la desagradable tarea de decirle al rey, uno de los hombres más poderosos del mundo, que no podía llevar a cabo esa tarea. Más bien, sería su hijo Salomón quien la haría (1 Cr 28.6).
David no era un hombre perfecto, pero su reacción a esta noticia demuestra fe y la capacidad de rendirse a la voluntad de Dios. En lugar de resistirse, David se acercó a Dios con agradecimiento, adoración y reverencia, y bendijo su nombre. David encontró contentamiento y alabó a Dios por todo lo que había hecho por él. Que su ejemplo sea lo primero que nos venga a la mente cuando enfrentemos demoras y desilusiones.
Biblia en un año: 2 Crónicas 29-31
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