Glaciares de Prince William Sound, Alaska. Fotografía por Charles F. Stanley. |
Jesucristo sufrió y murió para que todos los que creen en Él puedan vivir para siempre como parte de la familia de Dios.
Muchas personas creen que al acumular buenas obras pueden estar bien con Dios. Sin embargo, cuando se trata del pecado, la muerte es el único pago que puede satisfacer la justicia divina (Ro 6.23). Dado que todos pecamos, enfrentamos la eternidad separados de Dios. Pero la gracia, la expresión del amor y la bondad divina hacia quienes no lo merecen, hizo de Cristo la solución. Según Juan 6.29, la única “obra” que tenemos que hacer es creer. La muerte del Salvador nos dio:
Vida nueva. Nuestro espíritu cobra vida en Cristo en el momento en que reconocemos que somos pecadores y creemos que su muerte pagó por completo nuestra deuda de pecado.
Libertad. En el momento de la salvación, el poder del pecado sobre nosotros se rompe y quedamos libres de su dominio. Ahora podemos ejercer nuestra nueva libertad y seguir al Señor.
Seguridad. Cuando aceptamos que somos pecadores y reconocemos el sacrificio de nuestro Salvador como el pago por todas nuestras faltas, somos adoptados para siempre en la familia de Dios para pasar la vida eterna con Él.
Dios, aquel contra quien nos rebelamos, envió a su Hijo para recibir el castigo que nos correspondía justamente. ¿Cómo le agradecerá usted al Señor su gracia salvadora?
Biblia en un año: PROVERBIOS 1-4
No hay comentarios:
Publicar un comentario