La Taza y la Roca
Un joven discípulo llegó una mañana hasta el sabio maestro en lo alto de la montaña, buscando respuestas a su angustia.
—Maestro —dijo el discípulo—, mi vida está llena de problemas y sufrimiento. Todo lo que veo es oscuro, y mi corazón no encuentra paz.
El maestro escuchó en silencio, luego tomó una pequeña taza de té y la llenó cuidadosamente hasta el borde. Ofreció la taza al discípulo, quien bebió agradecido.
Entonces, el maestro tomó una roca del suelo y, sin decir palabra, la dejó caer en la taza que el joven sostenía. El té se derramó de inmediato, ensuciando la mesa y empapando la ropa del discípulo.
—¿Por qué hiciste eso, maestro? —preguntó el joven, confuso.
El maestro respondió con calma:
—¿Qué ocurre cuando colocas una roca en una taza llena de té?
—La taza se derrama —respondió el discípulo—, y queda tan ocupada por la roca que no puede llenarse con nada nuevo.
El maestro asintió.
—Así es tu mente. Tus pensamientos son como esa roca, ocupan tanto espacio que derraman lo que debería ser tu paz. Si deseas cambiar tu vida, debes vaciar tu taza. No basta con retirar la roca; hay que limpiar la taza y hacer espacio para algo nuevo.
El discípulo, comprendiendo finalmente, guardó silencio y asintió. Desde ese día, comenzó a dejar ir pensamientos pesados y a limpiar su mente poco a poco. Así descubrió que, al vaciarse de su propio sufrimiento, el mundo a su alrededor se tornaba más ligero y lleno de luz.
Y así fue como, en silencio, el discípulo cambió su mundo cambiando sus pensamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario