sábado, 30 de agosto de 2025

Nunca te rindas

En 1975, John Paul DeJoria estaba tocando fondo. Por segunda vez en su vida, era un hombre sin hogar. Dormía en su viejo Ford de 1971, comía lo que podía y sobrevivía recolectando botellas vacías para venderlas.

Ya había sido de todo: padre soltero, conserje, vendedor de seguros y hasta vendedor puerta a puerta de tarjetas de Navidad. Era tan pobre que, para poder mostrar su producto, recogía botellas vacías de champú de la basura.

Con su último respiro financiero —$700 prestados— y junto a su amigo Paul Mitchell, decidió apostar todo a un sueño: una línea de productos para el cabello. Mientras otros tenían oficinas lujosas, DeJoria vivía en su carro, duchándose en gasolineras para poder verse presentable antes de entrar a los salones de belleza a vender.

Durante dos años, recorrió ciudad tras ciudad. La mayoría de las puertas se le cerraban en la cara. Algunos ni siquiera lo dejaban entrar. Pero él seguía adelante. Para que los clientes no descubrieran que operaban desde un simple garaje, grabó un mensaje en el contestador automático: "Estamos en una reunión, deje su mensaje." La verdad era otra: él estaba durmiendo en su carro.

En medio de la lucha, su socio y amigo Paul Mitchell falleció de cáncer de páncreas, justo cuando el negocio empezaba a despegar. Pero DeJoria no se rindió.

Hoy, su marca John Paul Mitchell Systems factura más de mil millones de dólares al año. Y aquel hombre que un día recogía botellas de la basura, es ahora uno de los empresarios más admirados del mundo.

Nunca subestimes a quien sigue tocando puertas, incluso cuando no tiene un techo donde dormir.

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