La vieja Mangosta nunca dejo de luchar

"En el boxeo, como en la vida, nunca se trata de cuántas veces caes… sino de cuántas veces te levantas."

Archie Moore, nacido en 1913 en Benoit, Misisipi, fue mucho más que un boxeador: fue un sobreviviente, un maestro y un símbolo de longevidad. Le apodaban "The Old Mongoose" (La Vieja Mangosta), porque parecía eterno. En una época donde la juventud reinaba, él demostró que la experiencia, la astucia y la paciencia podían vencer a cualquiera.

Su historia es inverosímil. Antes de ser campeón, Moore atravesó pobreza, hambre y hasta enfermedades que lo alejaron del ring. Pero nunca dejó de insistir. Años después, ya con más de 35 años —edad en que la mayoría se retira—, se coronó campeón mundial de los semipesados en 1952 al vencer a Joey Maxim. Y no soltó el cinturón durante casi una década.

Archie Moore no solo fue campeón… fue un artista del ring. Se ganó la fama de ser uno de los mejores contragolpeadores de todos los tiempos. Su estilo era el de un zorro viejo que estudiaba cada movimiento del rival hasta encontrar la grieta. Y cuando la encontraba, la explotaba con una derecha letal.

Su récord habla por sí solo: más de 200 peleas profesionales, 186 victorias, y 132 por nocaut. Hasta hoy, Moore ostenta el récord histórico de más nocauts conseguidos en el boxeo profesional. Ni los gigantes pudieron con él: enfrentó a leyendas como Rocky Marciano, Floyd Patterson, Ezzard Charles e incluso a un joven Cassius Clay, futuro Muhammad Ali.

Pero lo que lo vuelve eterno no son solo los números, sino su legado. Archie Moore fue mentor de Ali, de George Foreman y de decenas de jóvenes que lo buscaban para aprender del viejo sabio del ring. Decía: "Un campeón es alguien que se levanta cuando no puede."

Murió en 1998, pero su espíritu nunca se fue. Archie Moore es la prueba viviente de que la grandeza no entiende de edades ni de relojes. Que la inteligencia puede ser más fuerte que la juventud. Que la experiencia, cuando se mezcla con coraje, es invencible.

🥊 La Vieja Mangosta dejó grabado su nombre en la historia: el hombre que nunca dejó de luchar… ni siquiera contra el tiempo.