Un enfoque distinto sobre cómo alcanzar la plenitud emocional apunta a tres pilares esenciales que van más allá del éxito o los bienes materiales para sentirse mejor
Durante décadas, la idea de la felicidad se ha asociado al éxito, al progreso y a la acumulación de bienes. Sin embargo, los estudios más recientes en psicología y neurociencia coinciden en que la verdadera plenitud tiene mucho más que ver con cómo gestionamos nuestras emociones, nuestras relaciones y el sentido que damos a lo cotidiano. Cada vez más expertos coinciden en que la felicidad no se alcanza a través del consumo ni de los logros externos, sino cultivando hábitos que fortalecen la mente y las conexiones humanas.
Arthur Brooks, profesor de Práctica de Liderazgo Público y Sin Fines de Lucro en la Escuela Kennedy de Harvard, habló sobre este tema en una entrevista concedida a 'W Radio Colombia' con motivo de la Cumbre Mundial de la Felicidad 2025. El autor y conferenciante explicó que la felicidad no se compra, sino que se nutre de tres componentes esenciales, a los que denomina “macronutrientes de la felicidad”: el disfrute, la satisfacción con la vida y el sentido o propósito vital.
Brooks señaló que muchas personas sacrifican estos pilares en su afán por alcanzar el éxito o mejorar su posición económica. “El dinero no puede comprar la felicidad, depende de lo que se hace con él”, explicó, recordando que invertir en experiencias o tiempo de ocio compartido genera un bienestar mucho más duradero que los bienes materiales.
En la misma entrevista, advirtió que uno de los mayores enemigos de la felicidad contemporánea es la hiperconexión digital. “Estamos perdiendo la vida mirando aparatos, viendo redes sociales; nos está ocupando el cerebro, pero esto está muy mal, es como una enfermedad”, afirmó. Por eso, propone un gesto sencillo pero revelador: “Una manera de ser feliz es no tener aparatos”.
Además, Brooks alertó sobre el impacto de la comparación social en la autoestima. Explicó que las redes fomentan la necesidad de mostrar una versión idealizada de la vida, lo que alimenta la frustración y la sensación de insuficiencia. Para el profesor, aprender a desconectar y centrarse en los pequeños placeres cotidianos es el camino más directo hacia una felicidad plena y consciente.
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