Alexis Mascareno
"Maestro del Geometrismo Larense".
El Niño de la "Martín Tovar y Tovar"
Nacido el 26 de diciembre de 1941 en Barquisimeto, Esteban Castillo fue hijo de artesanos, lo que sembró en él la sensibilidad por el "hacer" con las manos desde muy temprano. Su formación formal comenzó en 1955 en la emblemática Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar, un semillero de talentos donde coincidió con una generación dorada de artistas.
Aunque sus inicios fueron figurativos (bodegones y paisajes de la Lara de ayer), su inquietud intelectual lo llevó a buscar nuevos horizontes.
De Barquisimeto a París: La Búsqueda de la Forma
En 1967, impulsado por una beca y su deseo de vanguardia, Castillo viajó a Europa. Este periplo fue definitivo para su transformación artística:
La etapa de "Las Máquinas": Antes de su inmersión total en la geometría, tuvo una breve pero potente fase influenciada por la industrialización, donde la mecánica y la tecnología eran protagonistas.
El encuentro con la Geometría: Al instalarse en París (donde residió por casi dos décadas) y pasar temporadas en Londres, se nutrió del auge del arte óptico y cinético. Allí, se alejó de la representación tradicional para abrazar la abstracción geométrica, el constructivismo y el estudio puro del color y la forma.
"Yo no pinto objetos, pinto la esencia matemática de la realidad traducida en color." — Una filosofía que definió su carrera.
Un Legado Monumental en la Ciudad Crepuscular
A diferencia de muchos artistas que se quedan en el extranjero, Castillo regresó a Venezuela en 1987 con una misión clara: democratizar el arte. Su amor por Barquisimeto se tradujo en intervenciones urbanas que hoy son patrimonio visual de la ciudad.
Obras y Aportes Destacados:
Muralismo Urbano: Es autor de obras icónicas integradas a la arquitectura de Barquisimeto. Su mural "Geometría y Color" (el mural más grande de Latinoamérica en su momento) transformó espacios grises en explosiones de ritmo visual.
La "Pala" de Esteban: Una de sus series más reconocidas, donde experimentó con formatos irregulares.
Docencia y Mentoría: Fue un guía generoso para las nuevas generaciones de artistas larenses, siempre promoviendo que el arte debía salir de las galerías y vivir en la calle con la gente.
Su Huella Imborrable
Esteban Castillo no solo fue un pintor; fue un investigador visual que entendió que el color podía tener ritmo y movimiento sin necesidad de motores. Su obra dialoga con la de grandes maestros como Cruz-Diez y Soto, pero con un lenguaje profundamente personal, marcado por la calidez y la luz del trópico larense.
Hoy, Barquisimeto despide a su hijo ilustre, pero se queda con sus colores vibrantes adornando sus calles, recordándonos que el arte es la forma más elevada de eternidad.
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