Es posible experimentar una forma de felicidad serena y duradera, una felicidad que no depende de lo que hacemos, sino de lo que somos cuando dejamos de hacer
| En que medida depende la salud de la felicidad |
| La Felicidad |
El contraste entre Arendt y Han no es una simple oposición, sino un diálogo entre dos épocas. Mientras que Arendt temía la inacción por considerarla fuente de conformismo y peligro moral, Han la ve como el último refugio frente a la tiranía de la hiperactividad. En un mundo donde se confunde el valor personal con la productividad, la contemplación se convierte, para Han, en una forma de liberación. “El sujeto contemporáneo —dice— no descansa ni siquiera cuando descansa”, porque su descanso está programado, cuantificado y puesto al servicio del rendimiento.
La propuesta de Han resulta, por tanto, profundamente subversiva: ser feliz no consiste en hacer más, sino en aprender a detenerse. En una época saturada de información, velocidad y ruido, el filósofo nos invita a redescubrir la quietud, el silencio y la mirada interior. Solo en ese espacio de pausa —libre de expectativas, sin urgencias ni productividad— es posible experimentar una forma de felicidad serena y duradera, una felicidad que no depende de lo que hacemos, sino de lo que somos cuando dejamos de hacer.
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