"Que te alabe el extraño y no tu boca; el forastero y no tus labios."
Proverbios 27:2
permitir que el orgullo y la arrogancia entren en nuestro corazón. Este ha sido uno de los enemigos más letales que ha hecho caer a muchos hombres y mujeres de Dios.
Hay personas que, por lo que Dios hizo en el pasado, creen que ya no necesitan consejo en el presente. El éxito de ayer los lleva a pensar que ya lo saben todo, y eso produce un estancamiento espiritual. Muchos dejaron de fluir en la gracia y en la unción que antes tenían porque ya no están dispuestos a escuchar consejos frescos. Cuando alguien deja de escuchar consejo, comienza a estorbar el avance de Dios en su vida.
El orgullo es muy peligroso. Por eso debemos pedirle a Dios que nos ayude a mantener un corazón quebrantado delante de Él y a no llenarnos de ego. No es coincidencia que la persona más usada por Dios fue también la más humilde. La humildad es la marca de alguien que verdaderamente es usado por Dios. Cuando una persona pierde la humildad, es señal de que está perdiendo la unción.
La persona llena de ego tiende a hablar de sus logros, a exagerar sus resultados y a buscar quedar bien delante de los demás. Eso es una señal de descenso espiritual. No importa cuán grande seas, cuántos logros tengas, cuánta influencia o alcance tenga tu vida o tu ministerio: mantente humilde, porque la humildad mantiene a Dios cerca de tu corazón.
La Escritura dice que Dios mira de lejos al arrogante, pero da gracia a los humildes. El orgullo lleva a minimizar el trabajo y el talento de otros, a menospreciar la unción y el llamado de los demás. Esto es muy peligroso delante de Dios.
Esta palabra tiene una sola intención: que quien esté luchando con el orgullo hoy tome una actitud de arrepentimiento y humildad delante del Señor, para que Dios lo restaure y lo levante.
Cuando una persona se autoalaba, se autopromueve y se autoexalta, está mostrando un corazón lleno de ego. Uno de los pecados de Satanás fue exaltarse a sí mismo y querer ocupar un lugar que Dios no le había dado. El orgullo ciega espiritualmente y distorsiona la manera en que una persona se ve a sí misma. Se siente más grande que los demás y por encima de todos, y eso invita a Dios a quebrantar el corazón.
durante muchos años cómo hombres y mujeres de Dios han sido humillados no por falta de llamado, sino por orgullo y autopromoción. Por eso debemos tener cuidado.
Algo que tienen en común los hombres y mujeres que permanecen creciendo en Dios es que buscan consejo. Uno de los mayores peligros es rodearse solo de personas que aplauden y nunca corrigen. Eso es fatal. Necesitamos personas que nos animen, pero también personas honestas que nos digan la verdad con amor.
Un líder que solo se rodea de gente que le dice que todo está bien, aunque esté fuera del orden bíblico, nunca va a crecer. En cambio, rodearse de personas sinceras, que aman y desean ver mejor al siervo de Dios, es una gran bendición.
El orgullo le quita poder espiritual al creyente. No se puede estar lleno de orgullo y del Espíritu Santo al mismo tiempo.
Vivamos humildes delante de Dios. No hagan alarde de sus éxitos. Denle siempre la gloria al Señor.
Proverbios 27:2
permitir que el orgullo y la arrogancia entren en nuestro corazón. Este ha sido uno de los enemigos más letales que ha hecho caer a muchos hombres y mujeres de Dios.
Hay personas que, por lo que Dios hizo en el pasado, creen que ya no necesitan consejo en el presente. El éxito de ayer los lleva a pensar que ya lo saben todo, y eso produce un estancamiento espiritual. Muchos dejaron de fluir en la gracia y en la unción que antes tenían porque ya no están dispuestos a escuchar consejos frescos. Cuando alguien deja de escuchar consejo, comienza a estorbar el avance de Dios en su vida.
El orgullo es muy peligroso. Por eso debemos pedirle a Dios que nos ayude a mantener un corazón quebrantado delante de Él y a no llenarnos de ego. No es coincidencia que la persona más usada por Dios fue también la más humilde. La humildad es la marca de alguien que verdaderamente es usado por Dios. Cuando una persona pierde la humildad, es señal de que está perdiendo la unción.
La persona llena de ego tiende a hablar de sus logros, a exagerar sus resultados y a buscar quedar bien delante de los demás. Eso es una señal de descenso espiritual. No importa cuán grande seas, cuántos logros tengas, cuánta influencia o alcance tenga tu vida o tu ministerio: mantente humilde, porque la humildad mantiene a Dios cerca de tu corazón.
La Escritura dice que Dios mira de lejos al arrogante, pero da gracia a los humildes. El orgullo lleva a minimizar el trabajo y el talento de otros, a menospreciar la unción y el llamado de los demás. Esto es muy peligroso delante de Dios.
Esta palabra tiene una sola intención: que quien esté luchando con el orgullo hoy tome una actitud de arrepentimiento y humildad delante del Señor, para que Dios lo restaure y lo levante.
Cuando una persona se autoalaba, se autopromueve y se autoexalta, está mostrando un corazón lleno de ego. Uno de los pecados de Satanás fue exaltarse a sí mismo y querer ocupar un lugar que Dios no le había dado. El orgullo ciega espiritualmente y distorsiona la manera en que una persona se ve a sí misma. Se siente más grande que los demás y por encima de todos, y eso invita a Dios a quebrantar el corazón.
durante muchos años cómo hombres y mujeres de Dios han sido humillados no por falta de llamado, sino por orgullo y autopromoción. Por eso debemos tener cuidado.
Algo que tienen en común los hombres y mujeres que permanecen creciendo en Dios es que buscan consejo. Uno de los mayores peligros es rodearse solo de personas que aplauden y nunca corrigen. Eso es fatal. Necesitamos personas que nos animen, pero también personas honestas que nos digan la verdad con amor.
Un líder que solo se rodea de gente que le dice que todo está bien, aunque esté fuera del orden bíblico, nunca va a crecer. En cambio, rodearse de personas sinceras, que aman y desean ver mejor al siervo de Dios, es una gran bendición.
El orgullo le quita poder espiritual al creyente. No se puede estar lleno de orgullo y del Espíritu Santo al mismo tiempo.
Vivamos humildes delante de Dios. No hagan alarde de sus éxitos. Denle siempre la gloria al Señor.
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