NUEVA YORK - La noche del 9 de octubre, Luis Severino salió saltando de la lomita del Yankee Stadium mientras golpeaba su puño derecho contra su guante. Luego de haberse ganado el título de as durante la temporada regular del 201y, el dominicano había lucido como tal en la postemporada.
Esa noche, Severino ponchó a nueve bateadores en el Juego 4 de la Serie Divisional de la Liga Americana ante los Indios para obligar un juego decisivo en Cleveland. Su actuación en dicho partido fue algo que los Yankees esperan haya sido un vistazo de lo que está por venir.
"Simplemente me preocupo por mi juego", dijo Severino. "No me preocupo ni por los fans ni por los ruidos. Simplemente me trato de controlar, enfocarme en tirar al guante y hacer buenos pitcheos".
El oriundo de Sabana del Mar, quien cumplirá 24 años de edad en febrero y se perfila como el abridor de los Yankees para el Día Inaugural, terminó en el tercer lugar en las votaciones para el Premio Cy Young de la Liga Americana este año luego de finalizar con marca de 14-6 y promedio de carreras limpias de 2.98 en 31 aperturas.
Severino, quien fue convocado al Juego de Estrellas en el 2017-- su primera temporada completa como ligamayorista--terminó en el tercer lugar en la Americana en efectividad, en el cuarto en ponches (230) y en el noveno en innings de labor (193.1). Sus 10.71 ponches por cada nueve entradas fueron la mayor proporción en la historia de los Yankees.
Había dudas sobre el futuro de Severino luego de la temporada del 2016, en la que el quisqueyano tuvo marca de 0-8 con efectividad de 8.50 en 11 aperturas pero brilló desde el bullpen, registrando promedio de carreras limpias de 0.39 en 23.1 episodios en dicho rol.
"Eso no es algo que cambie de un momento a otro", dijo el gerente general de los Yankees, Brian Cashman. "Este muchacho tiene posibilidades de ser un as y, ¿de pronto vas a descartarlo y decir que ya no es el caso? El desarrollo requiere de paciencia y tuvo que pasar por ese proceso, por algún motivo".
Después de esa temporada, los Yankees enviaron a Severino a la República Dominicana y lo mandaron dejar un poco las pesas. El coach de pitcheo Larry Rothschild había especulado que estar un poco más flexible lo ayudaría a separar más su recta y su cambio, un pitcheo clave en el cual Severino había perdido la fe.
"Tengo mucha confianza en [mi cambio] ahora", dijo Severino. "Puedo tirar mi cambio sin importar la cuenta. Esa es la diferencia en comparación con el año pasado".
Aunque Severino le dio crédito a Rothschild, también solicitó ayuda de afuera, consiguiendo los datos de su compatriota Pedro Martínez mediante un amigo mutuo. Martínez aceptó reunirse varias veces con Severino en el Estadio Quisqueya Juan Marichal en Santo Domingo, donde el Salón de la Fama evaluó la mecánica del joven y su presencia sobre la lomita.
"Supuso que éramos parecidos", Martínez le dijo al diario Newsday. "Me idolatraba cuando yo lanzaba y él era un niño viéndome desde su casa. Sacó la conclusión de que nos parecemos mucho y quería corregir algunas cosas que estaba haciendo mal y lo pude ayudar".
Martínez no fue precisamente santo de la devoción de los fanáticos del Bronx durante sus días como jugador, pero quizás los Yankees deberían enviarle una tarjeta navideña. Uno de sus aportes fue ayudar a Severino a tirar su cambio desde el mismo ángulo que la recta, lo cual hizo que su devastador slider se convirtiera en un arma aun más letal contra bateadores de Grandes Ligas.
"Estoy orgulloso del trabajo que hice en el receso de temporada", dijo Severino. "Y estoy orgulloso de mí mismo y del equipo que tenemos".
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