Sin materia prima para sus diseños, Idania echó mano a camisetas usadas, que cortó y reconstruyó para crear "Clandestina", su marca de ropa. En Cuba, los emprendedores se abren espacio con ingenio y esperan que los cambios les traigan mejoras.
Los emprendimientos por cuenta propia -"cuentapropistas"- aparecieron entre las vetustas casas de La Habana Vieja, como parte de las reformas económicas que inició en la isla socialista Raúl Castro cuando asumió la presidencia en 2008.
Restaurantes, barberías y talleres formales se esparcieron incluso cerca de la Plaza de La Revolución. Diez años han pasado y los "cuentapropistas" más sus trabajadores suman 580.000 personas, 12% de la fuerza laboral del país.
"Queríamos hacer algo diferente y que fuera diseño porque no se conocía nada de esto en Cuba", dice la cubana Idania del Rio, de 36 años, quien en sociedad con la española Leire Fernández emprendió este negocio hace tres años.
Innovaron con el "Vintrash", camisetas reconstruidas y estampadas por las que un turista paga 20 dólares en su tienda de la calle Villegas, en La Habana Vieja.
"Teníamos esta pasión por las cosas recicladas. Pero la razón principal es porque no había alternativa. Cuando buscamos con qué trabajar encontramos poco en el mercado local. Pero el mercado del reciclado sí era sostenido", cuenta.
Cuba importa gran parte de los productos que consume, en medio de un embargo impuesto por Estados Unidos desde 1962, que hace más complicado obtener materia prima.
Idania sorteó el bloqueo con una tienda en línea. Sus diseños son impresos y vendidos en Estados Unidos, aprovechando que la administración de Barack Obama permitió la exportación de servicios creativos.
Obama elogió este emprendimiento durante su visita a Cuba en 2016. Un negocio "99% diseño cubano", como dice una de sus camisetas, que se lucen junto a coloridas camisas fabricadas con telas de uniformes de obreros y con bolsos hechos de sacos de azúcar.
Acceso a insumos
En tanto, 230 km al sureste de La Habana, en Cienfuegos, Asley Alfonso Gil se las ingenia para resucitar las ruedas de bicicleta que llegan rotas a su taller.
"Hay demanda para arreglar bicicletas. Pero el lío es que a mucha gente se le rompe una pieza y no tenemos dónde buscarla, la solución es remendar", dice, mientras alinea una rueda con las manos llenas de grasa. Su hermano se fue a Chile y él le compró el negocio, que funciona hace cuatro años.
El 19 de abril, el presidente Raúl Castro, de 86 años, dejará el poder. Las apuestas se centran en el vicepresidente primero Miguel Díaz-Canel, de 57 años, como sucesor. Además de mayor acceso a materiales, también esperan que con el cambio lleguen normas claras que faciliten su trabajo.
"El papel de los jóvenes que inician un negocio es importante. Lo que debería (pasar) es que el Estado cubano mejore algo y nos dé la posibilidad de comprar piezas. Porque estamos arreglando y remendando", explica Asley, de 29 años.
"Esperamos apoyo y apertura en todos los sentidos", considera Idania.
Armando Reyes, quien a sus 73 años vende formalmente verduras en un carrito que lleva por La Habana, cree que "los cuentapropistas han venido a resolver un problema grande. Hay cafeterías, bares que no existían antes, restaurantes con un buen confort".
Incertidumbre y optimismo
En agosto de 2017, el gobierno consideró que había desviaciones en la aplicación del "cuentapropismo" y suspendió la entrega de nuevas licencias para rubros que generan grandes ingresos, como restaurantes, para perfeccionar el modelo.
Un sector del gobierno miró con recelo al emprendedor, como un acumulador de riqueza. Ello generó incertidumbre ante posibles limitaciones para los negocios. En un país donde el salario mensual estatal promedio es de 30 dólares, un camarero privado puede ganar 200.
Sin embargo, en su reunión de marzo, el Comité Central del Partido Comunista -que guía los destinos de la isla- destacó el papel del emprendedor y aseguraron la continuidad de la actualización del modelo económico.
Para el economista cubano Pavel Vidal, de la Universidad Javeriana de Colombia, nuevas normas deberían traer "un mayor nivel de control sobre el pago de impuestos y el uso del sistema bancario".
"Es muy importante que el sector privado aporte al fisco en proporción a sus ganancias, algo que no es posible garantizar si sus operaciones no se registran en los bancos. Un sistema impositivo progresivo y efectivo es dividendo neto para todos", comenta.
El bicicletero Asley espera que todo siga sobre ruedas. "A veces me da un poquito de miedo, porque con Fidel y Raúl nos sentíamos más seguros (...) Pienso que debe venir un cambio mejor para el pueblo. Que sigan abriendo las patentes, que sigan abriéndose negocios para que siga fluyendo la economía en el país", dice. AFP / RA
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