VIERNES28
Las personas tienden a dividir la vida en categorías, separando asuntos relacionados con el trabajo, el hogar, la fe y el entretenimiento. Pero no es así como nos ve el Señor. Su interés en sus hijos no se limita a los asuntos espirituales; también le importan los detalles de la vida cotidiana.
La Biblia afirma que Dios se ocupa de mantener nuestros cuerpos alimentados (Lc 12.29), nuestras mentes con sabiduría (Stg 1.5), y nuestros corazones calmados (Fil 4.7). Y puesto que los creyentes estamos en unión con Cristo por medio de su Espíritu que mora en nosotros, cada aspecto de nuestra existencia tiene una conexión espiritual. No hay momento en el día en que la vida del creyente se separe en componentes “sagrados” y “seculares”. El corazón ansioso que nos distrae de la oración es tan objeto de preocupación para Dios, como la mente cansada que se desliza hacia la tentación.
Las Sagradas Escrituras enfatizan el compromiso de Dios con el creyente: “Su poder divino nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad” (2 P 1.3 LBLA). El Señor no se limita a crear la piedad en nosotros. Los detalles diarios de la vida también le importan. Nunca debemos preguntarnos si Dios puede o quiere satisfacer nuestras necesidades. Nuestro Padre celestial nos da a los creyentes todo lo que necesitamos para aumentar nuestra fe, ya sea que eso signifique alimento, consuelo, conocimiento o paz (Lm 3.22).
El Padre celestial amoroso ve a sus hijos en su totalidad, no a seres físicos con una vida espiritual al lado. Nos engañamos cuando pensamos que Dios está interesado solo en nuestras necesidades espirituales. Él tiene muchas clases de bendiciones para darnos, si se las pedimos.