domingo, 30 de junio de 2019

‘Pachinko’ en Tokio

La escritora Marina Sanmartín recuerda sus días en la ciudad japonesa entre el manga y los templos

La escritora Marina Sanmartín.
La escritora Marina Sanmartín.


Marina Sanmartín escribe novela negra y es librera en Cervantes y Compañía, una librería madrileña. El año pasado, además de publicar El jardín de los sospechosos (Principal de los libros), viajó a Tokio, y aún sigue asombrada por la ciudad japonesa.
¿Cuál fue su primera impresión?
Me llevé una impresión sobre todo cuantitativa: es una ciudad gigantesca y además crece a lo alto. Es un lugar tecnologizado pero tampoco me pareció estar dentro de Blade Runner.


¿Se orientaba con facilidad?
Pues no, porque su lógica funciona diferente. Por ejemplo, el modo de asignar los números de los portales no es el de aquí. Los pares no están todos en la misma acera: parece que se asignan por la antigüedad del edificio.
¿Qué más le llamó la atención?
Miles de cosas. Una de ellas es que, debido a los terremotos, los edificios no se pueden tocar entre sí, por lo tanto siempre ves un pequeño hueco entre uno y otro. También me perturbaron bastante los locales de pachinko.
¿Qué son?
Son locales de máquinas tragaperras abiertos las 24 horas, con luces de neón muy estridentes. Un día que queríamos tomarnos un café, cosa difícil en Tokio, nos metimos en uno de ellos porque allí sí lo servían.
Así que sintió el choque cultural.
Sí, y no por las razones que esperaba, que eran sobre todo literarias. Me llamó la atención su civismo, a veces incluso excesivo, y lo reservados que son los japoneses.
¿Qué barrio recomendaría para pasear?
El de Akihabara, que está dedicado a tiendas de manga y series de dibujos animados. Los fines de semana son una fiesta: cortan el tráfico, las calles se llenan de gente disfrazada y de todas las tiendas sale música altísima.
¿Vio también el Tokio tradicional?
Lo encontré alrededor de los templos, donde se montan las tiendas más tradicionales. Por ejemplo en Asakusa, que es un barrio más humilde, hay una aldea gigante dedicada a las pastas artesanales, al té matcha y otros productos típicos.

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