Los casos de sifilis superan a los de SIDA en Europa |
Los casos de sífilis fueron más de 33.000 en 2017 y aumentaron el 70% en Europa en el curso de una década, convirtiéndose en algunos países en una enfermedad venérea más común que el sida.
Así surge de un nuevo informe del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), que subraya como causa de la transmisión el aumento de las relaciones sin protección entre hombres homosexuales.
La sífilis se transmite por las relaciones sexuales y, si no se trata, puede tener graves consecuencias, entre otras la muerte de fetos y recién nacidos.
El ECDC, que monitorea la salud y las enfermedades en Europa, afirma que en total más de 260.000 casos de sífilis fueron señalados por 30 países de 2007 a 2017. En particular, en 2017 las tasas de sífilis alcanzaron el máximo histórico, con más de 33.189 casos: esto significa que por primera vez desde el comienzo del siglo XXI la región europea tuvo más casos de sífilis que nuevos casos de infección por virus HIV.
Sin embargo el problema varía de modo significativo de país en país, con tasas más que duplicadas en cinco países -Gran Bretaña, Alemania, Irlanda, Islandia y Malta- y una disminución del 50% o más en Estonia y Rumania.
Casi dos casos de cada tres entre los denunciados entre 2007 y 2017, además, concernían a hombres homosexuales. Los hombres heterosexuales, por su parte, contribuyeron con el 23% de los casos y las mujeres con el 15%.
La sífilis se conoce desde el siglo XVI y durante siglos fue la más conocida de las enfermedades venéreas, aunque ahora parezca casi una desconocida. Además se presentó siempre con epidemias cíclicas a lo largo de la historia humana.
La causa la bacteria Treponema pallidum y se volvió curable en el siglo XX gracias a la penicilina. También fue frenada en las últimas décadas por una mayor atención a las relaciones sexuales derivada de la epidemia de sida.
La enfermedad se manifiesta con lesiones cutáneas y genitales, acompañadas con síntomas semejantes a la gripe, pero si no se trata puede dañar gravemente el corazón y el sistema nervioso central, hasta provocar demencia y parálisis.
Asimismo se transmite de la madre al feto, causando la muerte en el útero al nacer: tanto que en 2016 fue una de las principales causas de muerte de recién nacidos a nivel global.
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